Paciencia Melgar religiosa que superó el ébola y galardonada en navarra
“Pediría abrir las fronteras. Tenemos que abrir la puerta a los que más lo necesitan”
Diario de Noticias, , 11-12-2014el acto
El galardón. El Premio Internacional Navarra a la Solidaridad fue creado en 2002 por el Gobierno de Navarra y Laboral Kutxa, “con el fin de reconocer y difundir la labor voluntaria de personas y entidades a favor de los sectores sociales más vulnerables de los países en desarrollo”. Está dotado con 15.000 euros, además del ejemplar reproducido de la obra símbolo del premio, Arri ernai zaintzailea (Piedra vigilante), de Jorge Oteiza.
Los premiados. En esta XIII edición, los reconocidos han sido la Fundación Juan Ciudad y la hermana Paciencia Melgar, por su lucha contra la epidemia del ébola en África. El importe del galardón será así destinado a la atención de enfermos por este virus en los hospitales de la Orden de San Juan de Dios en Liberia y Sierra Leona, dos de los países más afectados en este último brote. En concreto, servirá para la reapertura paulatina de los hospitales de San José de Monrovia (Liberia) y San Juan de Dios de Lunsar (Sierra Leona), los centros que dirigían los religiosos Miguel Pajares y Manuel García, fallecidos por esta enfermedad.
Asistentes. Al acto, que tuvo lugar ayer en el Salón del Trono del Palacio de Navarra, acudieron la presidenta del Gobierno foral, Yolanda Barcina; el consejero de Políticas Sociales, Íñigo Alli; el presidente de Laboral Kutxa, Txomin García; y el presidente del jurado, Miguel Induráin.
la cita
Hoy, a las 10.00 horas. La hermana Paciencia Melgar ofrecerá hoy una charla a cerca de 300 alumnos del Instituto Navarro Villoslada, que forma parte de los 40 centros educativos que integran la red de escuelas solidarias de la Comunidad Foral.
pamplona – La hermana Paciencia Melgar recibió ayer el Premio Internacional Navarra a la Solidaridad junto a la Fundación Juan Ciudad, como una manera de reconocer “a todas las personas que directa o indirectamente están luchando contra la epidemia del ébola”. A sus 47 años, ha pasado los últimos once de su vida trabajando como enfermera en el Hospital de San Juan de Dios de Monrovia (Liberia), donde contrajo ébola al cuidar a personas infectadas. De los cuatro religiosos que enfermaron este pasado verano, ella es la única superviviente. Y pese a que le negaron la repatriación junto al padre Miguel Pajares “por no ser española”, después no dudó en ayudar a quien más lo necesitaba y donó sangre para el tratamiento de la enfermera Teresa Romero. Ayer, quiso recordar “a todas las personas que han trabajado y siguen trabajando por atender a los enfermos”, y dio las gracias de forma especial en nombre de todos los que no han podido sobrevivir al virus.
¿Qué le supone este premio?
- Es un gesto muy importante del Gobierno y del pueblo de Navarra porque este galardón que se concede a la Fundación Juan Ciudad es para ayudar a los pobres del Hospital de la Orden de San Juan de Dios en Monrovia (Liberia), donde yo trabajaba. Estoy muy agradecida.
¿Qué peticiones haría a las instituciones y gobiernos?
- Ahora por desgracia el ébola ha llegado aquí y se ha podido sensibilizar a mucha gente que no conocía este pequeño rincón de África, que está amenazado por la enfermedad. Pido, ruego y suplico que sigan ayudando a esos países que necesitan ayuda y recursos humanos y materiales. Y que se abran las fronteras porque todos somos iguales, todos somos hermanos, y no importa la raza ni el color ni nada. Como humanos tenemos que abrir la puerta a otros, a los que más necesitan, para que otras personas tengan una vida más digna.
¿Qué es lo que más hace falta?
- Es muy importante concienciar de la necesidad que hay para que siga habiendo solidaridad. Hoy en día en África la gente sigue muriendo por el ébola. Los niños se están quedando huérfanos y el resto de su familia y la sociedad los rechaza. Es un problema muy grave.
Además, la vida en estos países se paraliza…
- Sí, es un caos. Los centros escolares y los hospitales se cierran porque la gente tiene miedo y han visto que es una manera de evitar el contacto, pero mucha gente sigue muriendo. Los medios humanos no son suficientes y las personas encargadas de hacer los test a los fallecidos para saber si tienen la enfermedad no llegan a tiempo, y los cadáveres se quedan dos o tres días conviviendo con las personas que siguen vivas, hasta que pasan o no el test y la familia sabe si puede enterrarlos.
¿Cuál va a ser su labor ahora en Europa?
- De momento mi misión es sensibilizar. No he parado desde que he venido aquí y los meses de enero y febrero tengo la agenda llena. Sí que quiero volver a Liberia pero esta es otra misión diferente, otra manera de llegar a la gente.
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