TESTIGO DE CARGO

Muertes y demagogia

El Mundo, J. CARO ROMERO, 11-12-2014

Al nuevo ministro de Sanidad, Servicios Sociales
e Igualdad, Alfonso Alonso, lo estaban
esperando ayer en el Congreso de los Diputados
con ocasión de su debut parlamentario.
No lo aguardaban precisamente con los brazos
abiertos; más bien con la mano abierta para
soltarle una buena bofetada a las primeras
de cambio. Se encargó de ello una diputada
del PSOE apellidada Montón. Y lo hizo destilando
una tremenda dosis de demagogia. Quiso
zurrarle a cuenta de este escandaloso lunes
negro con dos asesinatos machistas y un tercer
intento frustrado. La diputada Montón le
afeó al ministro que «despachase» un lunes
con dos mujeres asesinadas «con dos tuits».
«¿Frente a dos asesinatos dos tuits? ¿le parece
suficiente? Ya no creemos que para el Gobierno
tenga el mismo valor la vida de un hincha
de fútbol que la de una mujer», le dijo.
Tal vez la diputada Montón tenga razón.
No en el fondo de lo que dice, pero sí en la estrategia
empleada. Hay situaciones que llegan
a un extremo inadmisible sin que se vislumbre
el necesario cambio de actitud desde el
poder político. Cincuenta mujeres asesinadas
este año es una tragedia terrible de la que un
país entero, con sus autoridades a la cabeza,
debería avergonzarse. Pero la inagotable sucesión
de víctimas no parece que remueva siquiera
las conciencias. De manera que en este
asunto y en otros como éste, quizás merezca
la pena tirar de vez en cuando, como la
diputada Montón, de una buena dosis de demagogia.
Así que, por una vez, vamos a ello.
Desconozco la actividad política que como
parlamentaria ha podido desarrollar la diputada
Montón a lo largo de este largo puente
festivo. Supongo que, como otros miembros
de las Cortes y del Gobierno, asistiría al menos
a los fastos de celebración del Día de la Constitución.
Ni a ella ni a ninguno de sus compañeros
y compañeras –y entre el Congreso y el
Senado suman más de 600– se les vio a lo largo
del puente festivo por las costas de Almería
para interesarse, al menos, por la suerte de
la treintena de personas, entre las cuales había
al menos nueve bebés y niños de pocos
años, que cayeron al mar desde la patera en la
que viajaban con la intención de llegar a España.
O por el Hospital Torrecárdenas de la capital
almeriense, donde desde el viernes habían
quedado ingresadas cuatro mujeres y
una niña que, al contrario que sus desgraciados
compañeros de viaje, pudieron salvar la
vida del terrible naufragio.
Pero no. El drama no ha
merecido, no ya una visita,
sino ni siquiera el más mínimo
interés en la sesión plenaria
en la que acertadamente
la diputada Montón
hacía ayer demagogia a
cuenta de las mujeres asesinadas.
Treinta muertos en el
mar de una tacada. Ni una sencilla pregunta
parlamentaria, ni una simple declaración institucional
del Congreso. Nada. En Andalucía,
tres cuartos de lo mismo. Ninguna autoridad
autonómica, empezando por la presidenta de
la Junta, se desplazó el viernes o a lo largo del
puente festivo hasta Almería para saber de los
desaparecidos en el mar o de los rescatados
de la patera. Todavía tendrá alguno la dicha de
alegar que el Gobierno andaluz no tiene competencias
en materia de inmigración. Que además
de ser falso –«Todas las personas en Andalucía
gozan como mínimo de los derechos
reconocidos en la Declaración Universal de
Derechos Humanos…», «Corresponden a la
comunidad autónoma competencias de ejecución
en materia de salvamento marítimo en el
litoral andaluz», entre otros artículos del Estatuto
de Autonomía– resultaría
de una bajeza absoluta.
Pues ni visitas, ni declaración
institucional del Parlamento
andaluz –que ayer celebraba,
como el Congreso,
sesión plenaria–, … ni siquiera
un triste tuit de la primera
autoridad autonómica.
El Mediterráneo se ha tragado
ya este año la vida de 3.000 inmigrantes;
muchos de ellos, como los treinta del viernes,
trataban de llegar a las costas de Andalucía.
Parafraseando a la diputada Montón, y –permítanme
por una vez– con tanta demagogia
como ella, no sé si para todos estos cargos públicos
la vida de treinta inmigrantes tiene el
mismo valor que la de un hincha de fútbol.

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