El tiroteo ocurrido el jueves por la tarde en la aldea muxiana de Aboi podría haber dejado más víctimas que Bernardino Ferrío, el propietario de la casa en la que se produjeron los disparos, y al que diversas fuentes relacionan con el tráfico de drogas.

El viernes de madrugada, horas después del incidente, un vecino de Ribadeo de nacionalidad colombiana se presentó en el Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA) de la capital luguesa. Presentaba una herida leve por arma de fuego en el tórax y contó una historia que hizo saltar todas las alarmas, porque estaba plagada de imprecisiones y vaguedades. Aseguraba que fue víctima de un atraco en la calle Benigno Ribera de O Ceao, y que habría resultado herido durante el forcejeo con sus supuestos asaltantes, aunque no concretó ni la cantidad de dinero sustraída, ni qué hacía allí, ni por qué, después de recibir un disparo, evitó alertar a los servicios médicos o a las fuerzas de seguridad.

De hecho, trataba de mantener que, mientras los atracadores salían huyendo, vio pasar un taxi y se subió a él para que lo llevase al hospital. Pero los datos tampoco encajan porque habrían pasado varias horas entre la supuesta agresión y su llegada al HULA.

De ahí que, al final, acabase reconociendo que realmente fue herido en la Costa da Morte y, aunque no hay una constancia fehaciente de que le disparasen en Muxía, todos los indicios apuntan en esa dirección.

Incluso la Guardia Civil, que no ha hecho pública información alguna al respecto, sí tiene, según fuentes próximas al cuerpo, una línea de trabajo sólida al respecto de este caso, que podría arrojar resultados concluyentes a lo largo de los próximos días.

Entre tanto, en Muxía ya nadie se cree que lo ocurrido en Aboi fuese un robo al uso y la hipótesis del ajuste de cuentas por algún motivo ligado con el narcotráfico cobra más fuerza que ninguna otra de las existentes.