Un mando de la Guardia Civil mostró a sus agentes cómo disparar pelotas durante la tragedia de Ceuta

El Diario, , 06-12-2014

Con cinco meses de retraso y transcurridos diez meses de la muerte de 15 personas en la frontera de Ceuta, la Guardia Civil ha entregado a la jueza encargada del caso su investigación interna de los hechos, a la que ha tenido acceso eldiario.es. Un mando de la Guardia Civil de la ciudad autónoma reconoce que, si bien no ordenó, efectuó una demostración práctica de cómo lanzar pelotas de goma “sin dañar” después de haber visto a los inmigrantes “apelotonados”. El capitán empuñó el fusil mientras los inmigrantes, agotados, trataban de acceder a nado a suelo español, y lanzó tres pelotazos de goma hacia el agua “con la intención de que los que allí estaban le imitaran".

Minutos antes, cuando ya había escuchado disparos de sus compañeros, “un número importante de ellos estaba agolpándose en la misma punta, creando un embudo donde se puede ver cómo se empujan y apelotonan”. Aunque el capitan de la Guardia Civil sostiene que no lo hizo empujado por una actuación incorrecta de los agentes, matiza que “cada agente será responsable individualmente del mal uso que cada uno haga”.

Su declaración forma parte de las más de 200 páginas de diligencias que la unidad de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ceuta entregó al Juzgado de instrucción número 6 de la ciudad autónoma el 17 de noviembre. El informe, en respuesta a la petición de una serie de pruebas por parte de la jueza, recoge la identificación de todos los agentes en servicio el pasado 6 de febrero, su relato de los hechos y su participación en ellos, la lista del material antidisturbios empleado o las características de las embarcaciones.

“Cuando llega a la zona de Alfa 1, observa que en el espigón se encuentran desplegados varios agentes y escucha detonaciones que proceden del referido espigón”, relata la transcripción de la declaración del capitán al mando del operativo del 6 de febrero, jefe de la Unidad de la Compañía Rural de Seguridad de Ceuta cuya comparecencia es una de las más detalladas.

En ese mismo instante, asegura, un “número importante de ellos” estaba “agolpándose en la misma punta – del espigón fronterizo – , creando un embudo donde se puede ver cómo se empujan y apelotonan con la intención de pasarlo andando o a nado”. El extremo del espigón determina la línea fronteriza imaginaria entre España y Marruecos. Hasta ahora, la versión oficial generalizada – ya que ha variado con frecuencia – apuntaba a que las muertes se habían producido en aguas marroquíes – no en esta zona intermedia – por la aglomeración de unas personas sobre otras en su intento cruzar a Ceuta.

Entonces, el agente se dirigió al Tarajal, pero su objetivo no era prestar auxilio a estas personas. “Pidió un fusil a un agente y varias pelotas, efectuando disparos al agua a distancia prudencial de los nadadores”, con la intención de que los agentes lo “imitaran”. El capitan matiza más adelante que "fue un acto reflejo, para que vieran que su jefe se implicaba como ellos en intentar evitar el paso de la frontera”, y añade que los agentes eran “conocedores de la forma que pueden hacer uso proporcional y oportuno de estos medios” aunque, resalta, “cada agente será responsable individualmente del mal uso que cada uno haga”.

Poco después, antes de regresar a la playa, localizó “alguno de los nadadores” en dirección al espigón a los que “dio varias indicaciones verbales” para que no continuasen en ese sentido “puesto que podrían golpearse con las rocas”. Como hacían “caso omiso”, continúa, “cogió una o dos pelotas y las lanzó con la mano al agua, impactando en la zona entre el nadador y el espigón”. Con ello, concluye, logró “el fin pretendido” puesto que los inmigrantes se dirigieron a la orilla, donde les esperaba un cordón humano de agentes para agruparles y, posteriormente, devolverles de forma inmediata “por la puerta del vallado”, algo ilegal según la normativa nacional e internacional.

A pesar de que el documento incluye un apartado específico sobre la “solicitud de autorización del uso de material antidisturbios”, y diversos mandos dieron directrices sobre “cómo emplear el material antidisturbios”, el Instituto Armado no aclara quién tomó la decisión de disparar pelotas de goma y lanzar botes de humo hacia el agua mientras los inmigrantes trataban de acceder a duras penas a Ceuta.

La jueza pedía escritos o grabaciones de la radio por la que se comunicaban los agentes durante el operativo. La respuesta de la investigación interna: “No se obtiene la identidad de la persona que solicitó la autorización para utilización de material antidisturbios puesto que esta petición no se realizó como tal”, concluye la Guardia Civil.

En este sentido, alegan que se dispararon pelotas de goma aplicando la circular de servicio 15/2011 sobre ‘Protección del Perímetro fronterizo Hispano – Marroquí’ a pesar de que esta misma instrucción exige “someter a autorización o, en su caso autorizar el empleo de medios antidisturbios”. En las “normas de coordinación” de la normativa sí incluye que, si los inmigrantes no reaccionan a los avisos verbales de la Guardia Civil, “se podrá hacer uso de los medios antidisturbios, pelotas de goma y defensas” cuyo lanzamiento será precedido de “una salva incial”.

Todo esto debe comunicarse de forma “inmediata” por radio, reza la orden. Sin embargo, todas estas indicaciones, según la documentación adjunta, se refieren a los saltos en la valla, sin mencionar los intentos de entrada por mar.

A lo largo de las declaraciones de los miembros del Instituto Armado, mencionan órdenes procedentes del mismo terreno, aunque hacen mayor referencia al modo de emplear el material antidisturbios que a la propia decisión del uso del mismo. Según las comparecencias, el teniente del dispositivo, el jefe del Módulo de Intervención Rápida (MIR) de la Agrupación de Reserva y Seguridad (ARS), reconoce haber dado “instrucciones al personal desplegado en la playa y al sargento jefe táctico del MIR” que “se deben seguir en el empleo del lanzamiento de medios”.

El sargento, por su parte, asegura que “bajo las ordenes del teniente de grupo, transmitió la orden de tener cabeza absoluta de que impactaran los medios a distancia segura para evitar que dañasen a una persona”. Su función, indica, se basó en hacer de enlace y coordinación de las órdenes del teniente. Por su parte, otros agentes desplegados en el operativo dicen haber escuchado a través de las comunicaciones radiotelefónicas el grito: “¡Ruido, ruido!”.

El jefe de la Guardia Civil en Ceuta, que fue enviado a otro destino a principios de verano – el Gobierno niega la relación entre la tragedia y este cambio pero fuentes del Instituto Armado consultadas por eldiario.es lo interpretan como un “castigo” – , llegó a las 8.15 horas al terreno cuando, según afirma, ya había cuerpos sin vida en aguas marroquíes. En su declaración no especifica si emitió directrices por teléfono a los adentes desplegados en la frontera.

Las declaraciones acerca del uso de material antidisturbios mantienen la misma línea: se empleó siempre a “una distancia prudencial” sin “hacer daño” a los inmigrantes y, aseguran, para marcar la trayectoria que debían seguir estas personas para evitar que se desplazasen hacia el interior del mar o, en su caso, hacia el espigón fronterizo con el objetivo de “salvaguardar su integridad”.

La exposición de los hechos del teniente en servicio, sin embargo, contradice la versión del Ministerio del Interior pues desliza el incumplimiento del mantenimiento de la distancia de seguridad mínima de 25 metros porque “se refiere” a cuando “se pretende alcanzar al objetivo” pero en este caso “la intención no era la de alcanzar a ninguna persona” sino la de “canalizarlas”.

Por tanto, las instrucciones, explica el teniente, eran las de “no disparar a nadie y asegurarse de ello guardando una “distancia prudencial”. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, durante su comparecencia en el Congreso del 13 de febrero, aseguró que la Guardia Civil lanzó pelotas de goma siempre a una distancia mínima legal de 25 metros, determinada por un protocolo que, sin embargo, no menciona el uso de material antidisturbios en el agua.

El informe también incluye un inventario acerca del tipo de material antidisturbios empleado durante la intervención de la Guardia Civil el pasado 6 de febrero. Los agentes que dispararon pelotas de goma hacia el agua llevaban consigo un “arma larga CETME modelo C, calibre 7.62×51mm, con bocacha para lanzamiento de medios antidisturbios’ y una mochila equipada con 20 pelotas, seis botes de humo de ocultación, dos cargadores con 20 cartuchos de fogueo del calibre 7.62”.

Cada uno de los vehículos movilizados el día en el que murieron 15 personas en la frontera llevaba también una bolsa con “cuatro botes lacrimógenos, 20 pelotas de goma, 40 cartuchos de fogueo”. “A medida que las circunstancias lo permitieron se fueron reduciendo gradualmente el número de bocachas utilizadas”, explica el informe.

El dispositivo del 6 de febrero movilizó 13 vehículos de la Guardia Civil, según la investigación interna del Instituto Armado. Los agentes desplegados se repartían entre aquellos que tenían encomendada la función de lanzar pelotas de goma – denominada ‘apoyo’ en el documento entregado al juzgado – y, por otro lado, aquellos que les acompañaban con escudos. Todos ellos cargaban con porras que, según han declarado, no utilizaron en ningún momento.

Varios testimonios de los supervivientes, publicados en eldiario.es e incluidos en el informe del colectivo Caminando Fronteras, mencionan que fueron golpeados “con palos” por agentes españoles cuando se acercaron al espigón fronterizo y cuando alcanzaron la playa del Tarajal, algo negado en la exposición de los hechos de los agentes.

Todos los miembros del Instituto Armado movilizados aseguran que ninguna de las 23 personas que pisaron suelo español y fueron devueltas en caliente “presentaba lesiones” y solo presentaban “síntomas de cansancio”. Algunos de los testimonios, indican que “estaban magullados” y con la ropa “rasgada”, pero no consideraron que necesitasen asistencia médica.

Todos coinciden en la actitud de “colaboración” de los inmigrantes que llegaron a la playa ceutí. Aseguran que en suelo español, por lo general, los agentes no emplearon la fuerza, salvo con un par de personas con las que utilizaron, aseguran “una fuerza mínima” por resistirse a ser expulsados a Marruecos de forma ilegal. La versión de la Guardia Civil había negado hasta ahora cualquier uso de la fuerza sobre los inmigrantes una vez que pisaron suelo español, pero los testimonios de los supervivientes  sí mencionaban “palos” y “empujones” propinados por algunos de los agentes.

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