El euskera celebra hoy su Día Internacional, un idioma que no conoce fronteras como lo demuestra la cada vez mayor presencia de personas extranjeras en los euskaltegis. Para muchos de estos alumnos, el aprendizaje no es ni mucho menos fácil, pero resisten lo que les echen: dos, tres o cuatro horas pelándose con las declinaciones, los verbos o el temido nor – nori – nork. Las motivaciones son diversas, pero la mayoría coincide en que el conocimiento del euskera les puede abrir puertas en el mercado laboral y derribar el muro lingüístico que hasta ahora les impedía acompañar a sus hijos en las ‘etxekolanas’ palabra que a estas alturas ya han aprendido. «Me pareció que era necesario e importante estudiar euskera para la integración y también como apoyo a mis hijos que van a la ikastola», explica Diana, una peruana que lleva ocho años viviendo en Irun. Durante tres años estuvo yendo a la Escuela Oficial de Idiomas a aprender euskera, lo que le aportó mucho conocimiento teórico pero poca práctica, dice. «Entonces decidí entrar de lleno en el euskera para soltarme y desde octubre voy cuatro horas al día al euskaltegi».

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