Editorial de diario de noticias

¿Balones fuera?

Los clubs deben asumir su peligrosa permisividad y LFP y Federación su dejación en constatar el nivel de riesgo, pero el Ministerio de Interior no previno ni controló las actividades de conocidos grupos organizados violentos

Diario de Noticias, , 02-12-2014

La adscripción ideológica, carácter radical y costumbres violentas de las decenas de supuestos aficionados de varios equipos de fútbol especialmente del Atlético de Madrid y Deportivo de la Coruña involucrados en la masiva pelea junto al madrileño río Manzanares, que costó la vida a un seguidor deportivista, ni debe ni puede servir de excusa a la hora de dirimir las responsabilidades en el cúmulo de dejaciones que derivaron en los trágicos incidentes. Mucho menos puede pretenderse, como se deduce de ciertas declaraciones oficiales, lanzar balones fuera sobre los errores en la prevención por todos los organismos implicados con el hecho de que los aficionados violentos pusieran en práctica artimañas para eludir un supuesto control de sus actividades puesto que es precisamente labor de dichos organismos y especialmente de la Policía evitar que dichas artimañas prosperen. Así, es cierto que los clubes deben asumir su parte de incumbencia por permitir e incluso alentar entre sus aficiones grupos violentos de ideología radical y en esto el Atlético de Madrid tiene una larga y desgraciada trayectoria y por despreocuparse de sus actividades, que marcan y deshonran al propio club al que dicen apoyar. También lo es que la Liga de Fútbol Profesional (LFP), la Federación y la Comisión Antiviolencia posiblemente incurrieran en una dejación de funciones al no constatar la presencia de esos grupos entre los aficionados de los dos equipos de un partido y actuar en consecuencia elevando el nivel del riesgo del mismo en aplicación de la Ley 19/2007, de 11 de julio, contra la violencia en el deporte y especialmente de las consideraciones de su art. 3. Pero es responsabilidad del Ministerio de Interior prevenir, controlar y evitar las actuaciones de grupos organizados violentos que atenten contra la seguridad ciudadana. Especialmente si la reiteración permite conocer, como en el caso del Atlético de Madrid, a los miembros más violentos de su hinchada y cuando, como en el caso de Riazor Blues, desde el Deportivo se advierte, siquiera a últimisima hora, del traslado a Madrid de individuos de idénticas características. En la masa del fútbol, por desgracia, se enquistan elementos que nada tienen que ver con este deporte, al que gangrenan; pero es la largamente constatada transigencia en ciertos ámbitos policiales de algunos grupúsculos de determinada ideología la que los alienta y permite su continuidad, en casos durante décadas.

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