La tronera

¿Somos rumanos?

El Mundo, ANTONIO GALA, 02-12-2014

CUANDO no se tiene, para sobrevivir, la patria en que se nació, uno comienza a perder la idea de las cosas… Ni siquiera se pregunta qué es justicia, quién ha de administrarla, quién reparte el derecho a despreciar o la carga de ser el despreciado. Uno debe entonces ponerse al servicio de gente u organización que él no aprobó: que designa quién debe trabajar, en qué lugar, quién cobrará por él… Es la mafia rumana, o eso aseguran quienes los observan: el único negocio que en España pueden hacer los extranjeros pobres… Padecen los agravios de un Gobierno que no emplea la palabra esperanza (en la política sí lo hace a gritos). El negocio de la mendicidad rumana, llaman a ese desgarrador fracaso en tierra ajena. Mendigan a quienes, por dignidad o angustia, no lo hacen ni gritan por las calles sus carencias… El carácter es firme y heredado: el español no pide: sólo en grupos mayúsculos; quiere que los políticos estén a su servicio; por ello les pagan… Pero esto dura demasiado para ser una crisis. Levantemos los ojos. Estamos en el lugar en que nacimos. Gobiernan quienes fueron votados. La comprensión se respira: cada vez es más grande, pese a las nominadas comedias con que se dicen abolirla. Basta de fingimientos inútiles. Levantemos de una vez la cabeza.

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