De Rodney King al blindaje policial
Cámaras en los uniformes policiales, más que las leyes, pueden evitar casos como el de Ferguson
La Vanguardia, , 26-11-2014Probablemente Barack Obama ha dicho lo que podía decir en estos momentos. El estado de derecho y el respeto a la separación de poderes no le permiten más al presidente. Pero han coincidido en el tiempo una serie de sucesos que parecen una cadena soldada, eslabón a eslabón, por el diablo en persona.
El pasado viernes 21 era puesto en libertad, al cabo de 39 años en el corredor de la muerte, un ciudadano negro norteamericano, Ricky Jackson. Había sido acusado de matar al dueño de un comercio en base a un único testimonio, el de un niño de doce años que, mucho tiempo después y tal vez lleno de remordimientos, confesó que no había sido testigo del homicidio. La pregunta es obvia: ¿con qué criterio el jurado aceptó la declaración de un menor, muy menor, de edad?
Esto ocurrió en Cleveland (Ohio), el mismo lugar donde otro niño de doce años, negro, Tamir Rice, fue muerto a tiros por la policía cuando llevaba una pistola de juguete. Al parecer, fue un policía novato el que disparó.
La otra pregunta es si el problema está en el sistema judicial o en un estamento policial que, no solo en Estados Unidos sino también en América Latina y en Europa, en todo el mundo, podríamos concluir, parece comportarse –y equiparse, con armas y armaduras- como si se preparara para la guerra.
La abogada Jenny Durkan, que fue fiscal federal en el estado de Washington durante cinco años, justo hasta octubre pasado, escribía ayer en The Washington Post sobre la dificultad de acusar a policías como Darren Wilson, el agente que mató al joven Michael Brown. Y relataba un caso vivido en Seattle en el 2010., un año en el que hubo en la ciudad numerosos casos de violencia policial.
Un agente de policía se bajó de su coche y disparó contra un tallador de madera un nativo-americano, como dicen allí que cruzaba la calle con su herramienta de trabajo, un cuchillo, en la mano. Al parecer, el hombre ni se enteró del aviso del policía para que soltara el “arma” y recibió varios tiros. Una investigación judicial mostró que el hombre no constituía ninguna amenaza, pero, señala Durkan, las leyes del estado de Washington hacen difícil acusar a la policía. “Los fiscales –escribe- deben demostrar que un agente actuó con malevolencia y sabiendo que disparar no estaba justificado. No había (en este caso) pruebas evidentes de esto, de modo que el fiscal del estado determinó que no se podían presentar cargos”.
Es decir, era “extremadamente difícil” demostrar que el policía había actuado deliberadamente y no simplemente por miedo o de acuerdo al entrenamiento que había recibido. La fiscalía abrió otra investigación paralela, descubriendo que el departamento de policía de Seattle usaba la fuerza sistemáticamente y actuaba con prejuicios raciales. Así que la única solución era reformar el propio departamento de policía, algo que implica “años de trabajo”.
Para Jenny Durkan, el caso de Ferguson es similar. Y es evidente que la presión de la opinión pública y los disturbios del pasado agosto han tenido que pesar en el gran jurado y la fiscalía. Sabían, sin ninguna duda, lo que podía pasar hoy al emitir su veredicto, independientemente del caso en sí, porque las tensiones raciales lo empañan todo.
En 1989, el cineasta Spike Lee sorprendió con el tratamiento de estas tensiones en Haz lo que debas (Do the Right Thing), donde una simple bronca acaba en disturbios entre blancos, negros y coreanos. Aquella película, directa, honesta y sin complejos, mostraba en formato microcosmos lo que ocurriría después. Precisamente un año más tarde, el 3 de marzo de 1991, Rodney King recibía una paliza brutal por parte de la policía de Los Ángeles. La ola de violencia que sobrevino después implicó, también, a blancos, negros y coreanos. El gran problema con el caso Rodney King fue que todos los miembros del jurado eran blancos y los policías fueron absueltos en el primer juicio, y en la apelación las condenas fueron muy bajas.
Nada parece haber cambiado desde entonces.
Rodney King falleció el 15 de junio del 2012. Su caso se conoció gracias a que un vecino grabó en vídeo la agresión. Aquello fue una rareza, pues en aquel entonces no todo el mundo andaba con un aparato en la mano capaz de grabar imágenes. Hoy sí. Pero es necesario dar un paso más.
“Son días tristes”, comenta el periodista estadounidense Gerry Hadden, afincado en Barcelona y antes corresponsal en América Latina. “Pero me me gusta la iniciativa de los padres de Michael Brown: reclaman cámaras de video corporales en todos los uniformes policiales. Por las cámaras nos enteramos de la verdad de Rodney King, y de muchos otros maltratos por parte de las autoridades. La imagen (casi) nunca miente”.
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