Mariano González: «No emigré por vocación viajera, sino por necesidad»
Tras un periplo por empleos temporales, este torremolinense decidió marcharse a Londres, donde desde hace dos años trabaja con autistas y niños con Asperger
Diario Sur, , 25-11-2014Trabajó como Frankenstein en el pasaje del terror de Tívoli, el capítulo más singular en su amplia odisea por empleos temporales, que también incluye la venta en mercadillos ambulantes, el paso por una ferretería e incluso la conversión en improvisado profesor de snowboard. Poco que ver con lo que Mariano González imaginó cuando se licenció en Psicología Clínica en 2006. Cansado de la falta de oportunidades para encontrar un trabajo estable relacionado con sus estudios, este torremolinense decidió instalarse en Londres hace dos años. Viajó junto a su entonces novia, también con un máster en empleo precario, y ambos se alojaron en casa de un antiguo compañero de instituto.
Así, con la ayuda de familiares y amigos, desde la red solidaria que la crisis económica obliga a tejer, comenzaba una nueva etapa que no tardó demasiado en dar los frutos esperados. Apenas dos semanas después de llegar, mientras tramitaba la traducción de su título, fue contratado por un hotel de cinco estrellas para ejercer de intérprete de los aspirantes latinoamericanos al certamen de belleza Mister World. Por entonces ya tenían su currículum todas las empresas de la zona dedicadas a buscar profesores sustitutos en aquellos colegios donde resulta necesario. Pasadas algunas semanas empezó a trabajar como maestro asistente de Educación Especial con adolescentes que presentan autismo, síndrome de Asperger y síndrome de Down.
En septiembre, la tasa de paro en España superaba el 24 por ciento mientras en Reino Unido el porcentaje era de seis. La diferencia hace de esta fuga de talentos una salida incontestable, una huida obligada que en pocas ocasiones responde a la «capacidad y voluntad de movilidad» o al «proceso de intercambio» argumentados por ministros como José Ignacio Wert o Fátima Báñez. «No emigré por vocación viajera, sino por la necesidad de encontrar un empleo digno», sentencia Mariano, para quien su actual trabajo supone una fuente de satisfacción personal: «Muchos de los niños con los que trato padecen ansiedad y miedo o tienen conductas violentas, pero todo merece la pena cuando ves un avance, aunque sea pequeño, y te das cuenta de que puedes hacer que su vida sea un poco más sencilla».
Mal tiempo y falta de luz
Durante un acto celebrado en la capital británica, este licenciado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia coincidió con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. «Durante su discurso prometió traer de vuelta a todos los jóvenes emigrados, pero aún sigo aquí», recuerda Mariano, que aún no acaba de acostumbrarse a la falta de luz y el mal tiempo. «Vengo de Torremolinos, donde es verano durante nueve meses al año, y aquí se hace de noche a las 16,30 horas y llueve todas las semanas», explica. Con todo, entre sus planes a corto plazo no figura regresar a España: «Me gustaría, pero ahora mismo es inviable si quiero trabajar en algo relacionado con la psicología».
Respecto a situación económica de Inglaterra, Mariano tiene claro que la crisis no ha azotado allí con la misma fuerza que en los países del sur de Europa: «Es cierto que se han congelado muchos salarios y que los británicos se han apretado las tuercas, pero creo que en ocasiones estas medidas tienen como objetivo aumentar beneficios y nada o poco que ver con una necesidad real de ajustar cuentas. Crisis como la de España, Italia o Grecia aquí no ha existido». En cuanto a los beneficios de vivir en Londres, este torremolinense destaca la organización del sistema educativo –«Las clases especiales están muy bien estructuradas, con un profesor y uno o dos asistentes por cada ocho o nueve alumnos»– y el gran número de zonas verdes –«Cada barrio tiene su propio parque»–, pero no oculta su ilusión por volver a España. «Ojalá pronto pueda ser una opción», afirma esperanzado.
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