MUCHOS, PERO POCO INTEG RADOS
El Mundo, , 24-11-2014La Embajada de Rumanía
estima que hay 928.217
ciudadanos rumanos
registrados como residentes
en España. Son el colectivo
de extranjeros más numeroso
seguido, de lejos, por el
marroquí (87.077). De ellos,
los de etnia gitana son un
número indeterminado,
porque no existen cifras
oficiales. «Los gitanos
rumanos siguen siendo los
que en mayor medida sufren
el rechazo y la discriminación
de manera generalizada por
su etnia y la condición de
inmigrante, creando incluso
mayor recelo entre sus
compatriotas y la población
gitana española. Tras 20
años de convivencia, las
precarias condiciones de los
asentamientos han influido
en la mala imagen del
colectivo. Les llenan de
estereotipos negativos que
les persiguen día a día, y que,
probablemente, ha
contribuido al fomento del
rechazo y al surgimiento de
actitudes racistas hacia este
colectivo», denuncian desde
la Fundación Secretariado
Gitano.
Muchos de estos mendigos
son la mano de obra barata
del crimen organizado. Su
método de trabajo es
sencillo. Los cabecillas
localizan a familias muy
pobres con menores o
discapacitados. Ofrecen a
los padres alrededor de 80
euros a cambio del hombre o
la mujer que les interesa.
Les prometen una vida mejor
y un trabajo digno. Algunos
viajan en bus durante 48
horas. Otros reciben un traje
impoluto y un billete de
avión. Pero en cuanto llegan
al aeropuerto de destino son
despojados de la ropa y se
topan con su nueva vida, sin
derecho a elegir.
Les distribuyen según sus
características: mutilados,
con bebés en brazos y con
muletas –minusvalías
fingidas en la mayoría de los
casos para dar pena–. Un
caso aparte es el uso que
hacen estas mafias con los
menores. En los alrededores
del Palacio Real de Madrid,
por ejemplo, es habitual
verles con una hoja blanca
en la mano. Fingen una
sordera y recogen firmas
para su teórico tratamiento.
Cuando una persona se
interesa por ellos, intentan
captar toda su atención y al
mínimo descuido le roban la
cartera.
No es fácil acercarse a ellos.
La mafia les ha impuesto su
ley del silencio y los
mendigos lo respetan.
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