Ferguson quiere condenar el racismo
En medio de la amenaza de nuevos disturbios, el suburbio de San Luis, donde en agosto fue tiroteado un joven negro, espera que la justicia se pronuncie.
El País, , 22-11-2014El nerviosismo ha vuelto a Ferguson. El suburbio de San Luis aguarda este sábado con expectación que un gran jurado decida si imputa a Darren Wilson, el policía blanco de 28 años que mató en agosto a Michael Brown, un afroamericano de 18 que iba desarmado. El suceso desencadenó una de las mayores protestas raciales en Estados Unidos en las últimas décadas. Y convirtió esta tranquila localidad de casas bajas en Misuri, en el Medio Oeste, en el epicentro de un debate nacional sobre si la policía discrimina a la comunidad negra.
El dictamen se presume inminente por los preparativos de la fiscalía del condado de San Luis, y las intensas medidas de precaución tomadas por policía, escuelas y comercios ante un posible nuevo estallido de indignación si Wilson no es imputado, algo que muchos creen posible a raíz de las filtraciones periodísticas de la investigación. El presidente de EE UU, Barack Obama, y la familia de Brown han urgido a responder con calma a cualquier veredicto.
“No tenemos mucha esperanza”, decía a primera hora de la tarde Ariel, una mujer negra de 31 años que se concentraba, junto a otras diez personas, en el lugar en el que murió Brown, que se mantiene como un memorial repleto de dedicatorias y osos de peluche. Esta vecina de Ferguson, que llevaba una camiseta con el rostro de Brown, tilda de “lamentable juego emocional” la espera por la decisión del jurado y cree que las autoridades “han declarado la guerra” a los manifestantes con sus medidas de preparación ante nuevos altercados.
Varias tiendas en la avenida en que se desarrollaron las manifestaciones en agosto han vuelto a proteger sus fachadas con tablas de madera por miedo a que, si no se presentan cargos contra el agente, sean atacadas y saqueadas como entonces. Casi todas tienen pegados carteles que rezan I love Ferguson y otros con dos manos alzadas, el supuesto gesto que hizo Brown antes de morir.
La sede de la fiscalía también ha protegido sus ventanas. La venta de armas se ha disparado en las últimas semanas en el área. Se venden entre 30 y 50 pistolas al día, hasta el triple de lo habitual. La policía detuvo el viernes a dos miembros del grupo Nuevas Panteras Negras acusados de comprar explosivos para usarlos en hipotéticas protestas.
El gran jurado es el encargado en el sistema judicial estadounidense de decidir si hay pruebas suficientes para presentar cargos contra una persona. Nueve ciudadanos blancos y tres negros debaten si imputan a Wilson. De no ser así, el agente seguiría libre y el caso quedaría cerrado, aunque la acusación podría tratar de impulsar otros procesos y sigue en curso una investigación del Gobierno federal sobre si Wilson vulneró los derechos civiles de Brown. La clave está en dirimir si actuó en defensa propia cuando le descerrajó al menos seis tiros un sábado al mediodía en una calle residencial. La policía sostiene que hubo un forcejeo por el arma del agente; el amigo que acompañaba a Brown, que éste alzó sus brazos en señal de rendición.
El temor en Ferguson es que, si Wilson no es imputado, las protestas sean aún más intensas que las que se vivieron durante las dos semanas posteriores a la muerte de Brown, el 9 de agosto. Entonces, centenares de personas, la mayoría negras, se manifestaron en un pequeño tramo de una desangelada avenida comercial cercana al lugar del tiroteo. Las movilizaciones fueron pacíficas, pero un pequeño grupo chocó con policías antidisturbios, que dispararon balas de goma y lanzaron gases lacrimógenos. El equipamiento militar de los agentes abrió un debate en EE UU sobre la deriva policial.
En Ferguson, de 21.000 habitantes, la mayoría de la población es negra, pero el Ayuntamiento, la policía y el organismo que rige las escuelas están dominados por blancos. En agosto, la sensación era que la muerte de Brown había hecho aflorar un resentimiento enquistado alrededor de la supuesta discriminación. Tres meses después, el sentimiento parece mantenerse en buena parte de la comunidad negra, pese a los incipientes intentos oficiales de abordar las raíces de las protestas. Así lo sugiere que, desde entonces, se hayan mantenido con frecuencia pequeñas manifestaciones que en los últimos días se han intensificado.
Ahora, todos están mejor preparados. Decenas de organizaciones lo tienen todo listo para salir a la calle, sea cual sea el veredicto. Abogan por una movilización pacífica y han acordado con las autoridades algunas reglas de conducta, pero la policía se reserva el derecho a actuar con contundencia. Pese a que su objetivo es evitar las escenas de agosto, está preparada para lo peor. Ha sido entrenada en gestionar protestas civiles y ha incrementado sus reservas de material antidisturbios. El FBI ha mandado a 100 agentes de refuerzo. Y el gobernador de Misuri ha declarado el estado de emergencia para poder movilizar a la Guardia Nacional —la milicia militar del Estado— en caso de incidentes, algo que ya hizo en agosto. Ferguson contiene la respiración.
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