«Si esta emergencia social no se afronta adecuadamente, puede degenerar cada vez más»

De modo directo y claro, el Papa Francisco lamentó el domingo «las fuertes tensiones de estos días entre residentes e inmigrantes en Roma», un fenómeno que sucede, por desgracia también «en varias ciudades europeas, especialmente en barrios periféricos marcados por otros problemas». Durante el rezo del Ángelus, el obispo de Roma invitó tanto a los residentes como a los inmigrantes y a las autoridades a cortar a tiempo un proceso que puede envenenar la vida de una ciudad tradicionalmente acogedora.

En un mensaje dirigido más allá de la Ciudad Eterna, el Papa afirmó que «la comunidad cristiana tiene que esforzarse de modo concreto en que no haya choques sino encuentros». Como sugerencia práctica invitó a los representantes de los tres grupos residentes, inmigrantes y autoridades «a reunirse, aunque sea en la sala de una parroquia y hablar de la situación». Pero sobre todo subrayo que «lo importante es no ceder a la tentación del choque, rechazar toda violencia». Los problemas que tienen tanto la ciudad como sus ciudadanos son ya muchos, y el Papa quiere evitar que se añadan otros nuevos por intolerancia de las dos partes.