EE.UU. ya cubre con drones la mitad de la frontera con México en su cruzada contra la inmigración

Planea hacer lo mismo en la frontera con Canadá el año próximo

La Voz de Galicia, V. T. Nueva york / corresponsal, 15-11-2014

Ha sido un plan discreto que lleva en marcha desde 2013 pero finalmente ha salido a la luz: Washington vigila ya con aviones no tripulados casi la mitad de su frontera con México y planea hacer lo mismo en la frontera con Canadá el año próximo.

La cuestión de la vigilancia de la frontera sur es una de las cuestiones más polémicas de la agenda política porque los republicanos se niegan a cualquier reforma migratoria mientras esa frontera siga siendo permeable para los inmigrantes sin documentos. Eso ha hecho aumentar el esfuerzo de Washington por impedir esas entradas. Desde el año 2000 casi se ha duplicado el número de los agentes que la vigilan, que ya son 18.000. Y lo mismo ha ocurrido con las vallas de protección, que ya cubren 1.126 kilómetros, las cámaras y los sensores que cubren una buena parte de la frontera sur del país. Pero esa frontera es muy grande, 3.145 kilómetros, y en ella existen zonas escarpadas o de difícil acceso que dificultan aún más la vigilancia.

Es en esas zonas en las que el plan de vigilancia se realiza desde 2013 con drones, sobre todo en el estado de Texas. Los aviones utilizados son los llamados Predator B, unas naves que han realizado más de 10.000 misiones en una zona de 1.400 kilómetros. Los drones son equipados con cámaras de alta resolución, desplazan a la zona de la frontera, la graban y vuelven a la base. De nuevo, tres días después, vuelven a grabar la misma zona. Para detectar cualquier actividad se comparan las dos grabaciones y se buscan las diferencias que puedan deberse a la acción humana. Si se aprecian esas señales, se envía una patrulla dispuesta para intervenir.

La razón de la utilización de drones en estas tareas de vigilancia es el ahorro económico. Las patrullas fronterizas no pueden cubrir todo el territorio por lo que las autoridades destinan recursos humanos a las áreas en las que se produce más actividad ilegal. Dejan los drones para controlar aquellas zonas en las que esta es más infrecuente.

Hasta el momento, el 92 % de los vuelos no han detectado nada sospechoso.

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