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La palabra lo soporta todo

Deia, Juan Carlos Audikana Gasteiz, 14-11-2014

El Parlamentario y alcalde de Gasteiz, señor Maroto, ha reflexionado con tan alta voz que hasta los ciudadanos con sordina le han oído y les ha sorprendido que una autoridad municipal de primera línea cuestione porque “alguien que está fuera del sistema, percibe la Renta de Garantía de Ingresos (RGI)”. Muchos ciudadanas y ciudadanos que padecen esta lacra del desempleo, del paro y de la escasez de fondos económicos para sufragar los gastos básicos de subsistencia; asisten atónitos a lo que escuchan en los medios de comunicación que mientras ellas y ellos sufren, otras y otros se han apoderado de ingentes cantidad de dinero público para darse sus caprichos y su tren alocado de vida. Aquí en Euskadi, así como en España, vivimos la interculturalidad que consiste en la conflictiva convivencia de distintas culturas en un mismo entorno. Este entorno es el propio de una de estas culturas, que reconocemos dominante, en tanto que las otras se encuentran en minoría. En España tenemos un pluralismo sociocultural histórico: catalanes, gallegos, vascos, castellanos, andaluces, extremeños, valencianos, etc. ¿Y gitanos? Cada grupo sociocultural es dominante en su región (país, autonomía, nación) y el resto debe adaptarse a sus peculiaridades. Hoy día incluso entre los propios del país se sienten arrastrados y padecen esta situación de pobreza y desamparo. Pero por muy maleable que sea la capacidad de adaptación de unos y otros, toda convivencia intercultural, como toda diferencia, es en principio conflictiva. Esto no debe suponer un rasgo negativo; todo lo contrario, diríamos que “el conflicto es el camino natural hacia la convivencia pacífica”, por cuanto como reto puede y debe ser superado, enriqueciendo a cuantos así lo logran y empobreciendo a quienes no consiguen superar las barreras diferenciales. Los valores del siglo XXI padecen una lucha por sobrevivir ante una cultura dominante con actitudes de: competitividad, relativismo exagerado, discriminaciones encubiertas en el lenguaje, economicismo y monetarismo, para transformarlos en valores que nos ayuden a comprender el mundo y a enfrentarnos a sus desafíos: solidaridad, tolerancia, cooperación, justicia, igualdad, generosidad, amabilidad. Las palabras lo soportan todo, pero para ser integradas en acciones día a día deberemos fortalecernos para afrontar los conflictos de forma positiva, no negando el conflicto, que existe y es real, pero estimando que puede ser motor del cambio a mejor; aceptando las diferencias culturales como algo positivo y enriquecedor del entorno social y ambiental.

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