Comienza el exilio gitano en O Porriño

Algunas familias dejan sus casas por el conflicto entre los vendedores ambulantes

La Voz de Galicia, Luis Carlos Llera , 08-11-2014

«Si nos vamos a marchar, no tenemos ni para la gasolina». Quien asegura esto a un familiar es una joven que con un niño pequeño camina por la calle principal de O Porriño. Allí, un hostelero recuerda que muchos zamoranos vinieron en los años 70 y 80 procedentes de Castilla «y sus hijos han nacido aquí y son porriñeses». A pesar de ello les siguen llamando por el gentilicio, en contraposición con otros grupos de la misma etnia. En la noche del jueves y ayer algunos hicieron las maletas por el conflicto con otros miembros de su etnia por la organización de cooperativas de venta ambulante. Y se espera que hoy se produzcan más expediciones.

El exilio ha comenzado en el polígono de Torneiros, donde cientos de gitanos conviven en armonía con muchos vecinos que no son de esta etnia. El barrio es tranquilo aunque eso no quita que, episódicamente, un coche vaya a demasiada velocidad tras realizar una pequeña venta de droga a un transeúnte. Pero, en general, la Guardia Civil, que tiene su cuartel en la zona, no tiene que intervenir demasiado. Los vehículos que han iniciado el éxodo no pueden correr mucho. Van muy cargados. La vida está metida en una furgoneta. Así, antes de que expirase el supuesto ultimátum para marcharse salieron de sus casas camino de Castilla y de otros municipios gallegos.

«Mis vecinos cogieron a su bebé y llenaron el furgón de un montón de cosas y se marcharon para A Coruña», aseguraba Sali Campos. «Los hermanos de Pepe fueron a Palencia, donde tienen hermanos», añade María Manuela Rodas, otra vecina del populoso barrio de viviendas sociales de Torneiros.

Unas cien personas salieron el jueves por la noche a la calle en defensa de sus convecinos que son vendedores ambulantes. La convocatoria realizada por las redes sociales tuvo una escasa respuesta y ello indigno a personas que viven de cerca el problema.

El recuento de bajas en los centros educativos es tremendo. Veintidós alumnos gitanos adultos han dejado de acudir al instituto de Torneiros, donde reciben clases de alfabetización y del certificado de la ESO. A la guardería A Galiña Azul ya no van ocho niños de corta edad y al centro público integrado Ribeira de Louro faltan a clase desde el día 30 de noviembre unos 77 estudiantes.

Per, a pesar de estas prolongadas ausencias, la Consellería de Educación no ha intervenido públicamente sobre el asunto que deja en manos de los centros. Tras una semana de faltas, los colegios deberían activar el protocolo de absentismo. Esto supone llamar a los padres y citarlos. «Pero no quieren salir de sus casas. Algunos hablan por teléfono pero prefieren no venir», señalan desde un centro.

Pastores

Al calor de la iglesia evangélica los vendedores ambulantes de origen zamorano llevan días debatiendo sobre sus problemas. Algunos vendedores aseguran que «los pastores han querido montar otra cooperativa diferentes de la de los Morones y han dicho que no llevemos a los niños al colegio y que nos quedemos en casa como medida de presión». Este diario intentó obtener la versión de los pastores sin resultado.

Por su parte, la casa real gitana ha aconsejado a los pastores que «se vayan del entorno gitano ya que no pueden garantizar que ningún trastornado o marginado pueda arremeter contra ellos». El rey de los gitanos y el consejo de ancianos piden a todas las familias que «salgan a sus trabajos y envíen a sus niños a la escuela para que reine la tranquilidad y la paz».

Hace unos años se produjo un conflicto similar y que se saldó con la marcha de muchas familias durante el período de un mes.

Mientras tanto se está agravando la situación económica de muchos que se sienten atenazados. «Yo no ha tenido ni para ir al mercado, ni para el Cola Cao de mis hijos», dice una persona que vende calzado. «Espero que esto se solucione pronto», confía un veterano.

Los adultos que asisten al instituto también han dejado de ir a clases

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