La familia del niño hallado muerto en las vías del tren en Oviedo huye de su casa
El pequeño residía con su madre, de origen magrebí, en un piso en régimen de alquiler de la ciudad asturiana. Con ellos convivía la pareja de su progenitora, de nacionalidad española
Diario Vasco, , 07-11-2014La Policía Nacional ya tiene identificados a los progenitores del niño, de unos dos años, hallado muerto junto a las vías del tren en La Argañosa. Sin embargo hasta el momento no ha habido detención alguna. A pesar del estrecho cerco policial en torno a los presuntos culpables, los progenitores de la víctima, ambos han abandonado su piso del barrio de La Argañosa y están en paradero desconocido. La autopsia realizada al menor concluyó que había sufrido una muerte violenta. Le apreciaron numerosas lesiones. Además, con el cadáver apareció una chilaba.
El niño residía con su madre, de origen magrebí, en un piso en régimen de alquiler de Oviedo. Con ellos convivía la pareja de su madre, de nacionalidad española. Los tres se habían desplazado recientemente desde la provincia de Málaga a Asturias.
Según fuentes policiales, el menor, de unos dos años de edad, habría sido identificado ya tras el examen forense lo que permitió estrechar el cerco sobre los sospechosos de su muerte sus progenitores que están perfectamente identificados. Su detención, insistían ayer fuentes de la investigación, sería “cuestión de horas o de días”, porque podrían estar esperando “por el resultado de las pruebas de ADN del Toxicológico”, al que se remitieron muestras tras el examen del cadáver en el Instituto de Medicina Legal, para cerrar la operación. La familia, según las mismas fuentes, es de origen norteafricano.
Una investigación bien encaminada que partió de un hecho fortuito: el pronto hallazgo del cuerpo del menor. La persona o personas que trasladaron en la madrugada del sábado en una maleta el cadáver envuelto en telas, no contaban con que apenas dos días después de la fecha de la muerte determinada por el examen forense, Adif iniciaría la limpieza de la maleza. “Llevaban años sin hacerlo. Fue una suerte, si no a saber cuándo habrían encontrado al probitín”, expresaba ayer Ana Rodríguez, vecina de la calle Catedrático Luis Vela Sempil. Ayer no vio a la Policía, pero, cuando el lunes llamó a su puerta no abrió: “Como venían de paisano y aquí viene tanta gente a vender…”, se excusa. Aclara, por si acaso, que ella no vio “nada, con ese seto y de noche, como lo habrán hecho con alevosía, como para verlo”.
Vivienda cercana
La Jefatura del Cuerpo Superior no facilitó ayer ninguna nueva información, ni confirmó dato alguno, en cumplimiento del secreto de las actuaciones decretado por el juzgado que aún espera por la conclusión de las diligencias policiales. Aún así, las indagaciones parecen bien encaminadas. Como expusieron fuentes de la investigación a este medio el lunes, un niño de dos años no es invisible al sistema. Pasa revisiones médicas, vacunaciones y sus huellas, si ha nacido en un centro sanitario del país, constan, además de en el hospital correspondiente, en el Registro Civil junto a las de su madre. El cotejo de las tomadas al cadáver podrá ser más o menos laborioso más sencillo si el pequeño nació en Asturias, que si lo hizo en otro lugar pero es un indicio seguro: las huellas dactilares no se alteran. Son las mismas al nacer, que durante toda la vida.
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Desde el principio, los agentes sospecharon que los responsables de la muerte del menor podían residir en las inmediaciones, algo que sigue sin ser confirmado. En parte, porque parece poco probable arriesgarse a arrastrar un cuerpo en una maleta una larga distancia, ni siquiera de noche, por temor a que esta se abriese en cualquier momento y también porque el lugar donde se intentó esconder el cuerpo es poco conocido. El puente sobre el túnel de Vallobín y el camino sin urbanizar junto a Luis Vela Sempil son un atajo muy utilizado por los vecinos de la zona, pero no una ruta habitual para quien no reside en las inmediaciones.
A los vecinos, sin embargo, les sorprendió que la principal hipótesis de la investigación fuese que los autores de la muerte podrían residir en el barrio. “No lo quiero creer. Un guaje que desaparece aquí, lo notarían en el portal y más si antes ya dio que hablar”, suponía Olvido Álvarez, quien desde la pasarela del apeadero de La Argañosa enseñaba a su marido Horacio Reguero el lugar donde apareció el cadáver.
El lugar, pero no el escenario. Los operarios de Adif dejaron ayer irreconocible la zona. Limpiaron hasta la última zarza, las que se enredaban en los postes de la catenaria y talaron incluso dos árboles que habían crecido en la trasera de La Argañosa. Su trabajo dejó al descubierto neumáticos, paraguas, bolsas de basura y otros restos. Basura acumulada “durante los siete u ocho años que llevaban sin limpiar esto bien», expone un vecino de La Argañosa que prefiere no identificarse y que denuncia que «es una porquería que mete humedad en los garajes”.
Indignación
A medida que se han hecho públicos más datos, en especial los referentes a la muerte violenta que sufrió el pequeño, del estupor, el barrio ha pasado a la indignación. “Solamente espero que los cojan pronto y que les hagan lo mismo a ellos”, proclamaba Bernardo López desde el bar El Choque en La Argañosa, justo al lado del apeadero. Este vecino que no acaba de creerse que “haya gente así, capaz de hacer eso a un guaje. A ver si acaban por dar con ellos y no tardan mucho”, confía.
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