Los hispanos abandonan a Obama en las legislativas

El Mundo, PABLO PARDO SAN ANTONIO (EEUU) ENVIADO ESPECIAL, 04-11-2014

Los hispanos, que fueron una de las claves en las victorias de Barack Obama en 2008 y 2012, se van a quedar en casa hoy. La decisión del presidente de no plantear ninguna acción en materia de reforma inmigratoria para no irritar al electorado blanco puede llevar la abstención de esa comunidad a cerca del 70%, mientras que los cambios de los republicanos en los distritos van a reducir aún más el peso electoral de esta minoría.

Muy alto, con unas botas de cowboy tapadas por unos vaqueros que le sientan francamente mal, el congresista Pete Gallego se dirige a 10 de sus voluntarios en un almacén situado en la sede de su campaña electoral, a las afueras de la ciudad de San Antonio, en Texas.

Gallego les da instrucciones acerca de cómo animar a la gente a que vote y termina con una advertencia meteorológica: mañana [por hoy] va a hacer mejor tiempo antes del mediodía que por la tarde. Es mejor que no dejen el voto para última hora. Después, uno a uno, les estrecha la mano y les da las gracias. Aunque la mayor parte son jóvenes, hay una mujer que parece pasar de los 50 años. Algunos son claramente anglosajones. Otros, claramente mestizos. «Esto que hacen es muy importante. Les estoy muy agradecido».

El congresista pasa del inglés al español mexicano sin darse cuenta. Es una ventaja. Su rival republicano en estos comicios, el afroamericano Will Hurd, ha renunciado a participar en ningún debate televisivo porque no habla español.

Pete Gallego necesita el voto latino. Él es un demócrata en uno de los estados más republicanos: Texas. Ganó contra pronóstico en 2013 su escaño en el Distrito 23 de Texas o, como se dice en EEUU, el TX-23, un territorio que es una pesadilla electoral. Mide 124.000 kilómetros cuadrados. O sea, tanto como Andalucía y Extremadura juntas. Pero sólo hay en él 650.000 personas, un poco menos que el padrón de la ciudad de Zaragoza. Cruzarlo en coche sin parar lleva siete horas, de las afueras de San Antonio a las de El Paso.

Ahí hay de todo. La frontera con México, precisamente junto al área en la que se produjo este verano la crisis humanitaria de los niños que venían de Centroamérica. Los suburbios de El Paso y San Antonio, en algunos de los cuales viven latinos cuyos ancestros ya estaban allí cuando Texas era México (o España) y que siempre dicen que «nosotros no cruzamos la frontera, fue la frontera la que nos cruzó a nosotros».

También hay veteranos puramente anglosajones, porque es un área cuya economía depende en gran medida de un rosario de gigantescas bases militares, como el polígono de prueba de misiles de White Sands y la base del ejército de Tierra de Fort Bliss, situadas junto al TX-23. Y, por último, petroleros: aquí está la Formación Eagle Ford, una de las cuencas más ricas del mundo en petróleo y gas para ser extraído por la controvertida técnica del fracking.

En ese puzle, los hispanoablantes son la clave para Gallego. Y no es fácil. «Estas elecciones son legislativas, de modo que espero una participación menor de lo que me gustaría», comenta el congresista a EL MUNDO mientras se sienta en un destartalado sofá de su cuartel general.

El distrito, además, ha sido rediseñado por los republicanos texanos, para excluir de él zonas de latinos que sí votan, a cambio de incluir a comunidades hispanohablantes que no suelen acudir a las urnas. Gallego ha recurrido el rediseño ante los tribunales, porque «aunque la composición demográfica del distrito no haya cambiado, sí se ha modificado la participación electoral», señala. Pero el nuevo TX-23 llegará después de las elecciones. Unas elecciones en las que el congresista parte como favorito, pero por la mínima. Tradicionalmente, los latinos votan muy poco. En las presidenciales, la abstención en esa comunidad nunca cae del 60%. En las legislativas, como las que se celebran hoy, puede alcanzar el 70%.

Si Gallego necesita a los latinos, Barack Obama y el Partido Demócrata han decidido que, como no van a votar, es inútil cortejarlos. Así, en septiembre, el presidente anunció que iba a incumplir la promesa de usar sus poderes y limitar las deportaciones de inmigrantes ilegales.

La decisión provocó otra fractura dentro de los hispanohablantes en EEUU, una comunidad que siempre es el futuro del país, pero nunca es el presente. Por un lado, los activistas y las organizaciones de base declararon la guerra al presidente. Por otro, los congresistas hispanos callaron. Obama proclamaba así que el tema que más preocupa a a esa comunidad no iba a estar en las papeletas de este martes. Como consecuencia, los latinos tampoco votarán esta vez.

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