El mandamiento fundamental
La Verdad, , 26-10-2014Con el lema ‘Renace la alegría’, tomado de la Exhortación Evangelii Gaudium del papa Francisco (EG, 1), la Iglesia celebró el día del Domund para tomar conciencia de la misionariedad de la Iglesia, avivar el sentido de la caridad en la gran alegría de propiciar el encuentro del ser humano con Jesucristo e implicar a los miembros de la Iglesia en la oración, el sacrificio y la cooperación económica por las misiones.
Este domingo el libro del Éxodo nos revela al Dios liberador y compasivo que, al propiciar la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, genera un nuevo estilo de vida con nuevas formas de conducta plasmadas en normas reguladoras de las relaciones sociales propias de un pueblo libre y solidario. A este código de la Alianza pertenecen los preceptos que orientan la actitud y el comportamiento con los extranjeros y con los pobres: «No oprimirás ni vejarás al emigrante… Si prestas dinero a un pobre que habita contigo no serás con él un usurero cargándole intereses» (Éx 22,20.25). A tenor de este primer texto de la legislación bíblica sobre el emigrante y sobre el pobre, se puede sostener que los inmigrantes no pueden ser objeto de abuso, de vejación alguna, de extorsión ni de persecución, y mucho menos aún se puede aceptar la legitimación de las medidas de exclusión y de persecución en ningún Estado que pretenda respetar los derechos humanos y sociales.
El evangelio plantea la cuestión del mandamiento principal de la ley en la vida religiosa judía y cristiana (Mt 22,34 – 40). Todos los mandamientos del Antiguo Testamento siguen vigentes para Jesús, pero fueron resumidos por él de manera magistral en la respuesta al jurista. Jesús destacó como primer mandamiento el de amar al Señor Dios con todas las fuerzas (Dt 6,4 – 5) al cual asemejó el segundo, el mandato del amor al «prójimo» (Lv 19,18), que, desde el paralelo lucano del prójimo samaritano (Lc 10,29 – 37), se hace extensivo a todo ser humano necesitado. Mateo destaca que de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas, es decir que en esos se condensa toda la revelación divina sobre la conducta humana. Dar prioridad a estos mandamientos era establecer que el verdadero culto a Dios pasa por el amor al prójimo, relativizando la multitud de normas y preceptos en los que, según la interpretación farisea de la ley, se expresaba la voluntad de Dios. El evangelio de Mateo resalta la novedad de la enseñanza de Jesús, la cual no consiste solo en referir la excelencia de los dos mandamientos del amor a Dios (Dt 6,5) y del amor al prójimo (Lv 19,18), sino en haberlos unido y asimilado haciendo de cada uno de ellos el criterio de verificación del otro (Mt 22,34 – 40), siendo impensable una experiencia cristiana que descuide estas dos dimensiones.
Es importante que los cristianos, conscientes de nuestra identidad misionera y de que el mensaje del Evangelio es una palabra para transformar el mundo, por amor a Dios y al prójimo, trabajemos por la promoción y el apoyo de los planteamientos sociales y políticos que en todo lugar de la tierra favorezcan las condiciones sociales de los últimos, de los pobres y de los hambrientos, de los inmigrantes y de los niños, y sobre todo el desarrollo de los países empobrecidos. Así contribuiremos con nuestra acogida del Evangelio a reorientar el rumbo del mundo abriendo horizontes de esperanza y consolidando caminos de dignidad, de libertad y de justicia para toda la familia humana.
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