Una amenaza no tan lejana
El apoyo a la intervención en Irak eleva el riesgo para Rabat y Madrid / Los islamistas aprovechan el caos en Mali, Argelia, Libia y Túnez para comprar y vender armas y drogas
El Mundo, , 19-10-2014El apoyo de España (público y visible) y de Marruecos (más discreto) a la intervención internacional contra el Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés) en Siria e Irak ha aumentado el riesgo, presente desde hace años, de atentados del AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico) o de grupos afines contra objetivos españoles. Ambos países han reforzado su cooperación, sus sistemas de vigilancia y sus niveles de alerta, pero la inestabilidad creciente en el norte de África y en el Sahel, la porosidad de las fronteras y, sobre todo, el elevado número de yihadistas norteafricanos y europeos con experiencia de combate multiplican las alarmas.«Con fronteras tan permeables (en Ceuta y Melilla, y en las rutas de las pateras lo vemos casi a diario), su capacidad de regeneración, la necesidad creciente que tienen de demostrar su fuerza frente a sus adversarios o competidores más extremistas y la reducción de nuestra distancia física y psicológica del núcleo del conflicto, todas las cautelas son pocas», reconoce un alto cargo de la seguridad en España.
Preocupa, sobre todo, la posibilidad de coordinación en atentados y, aunque los servicios secretos tengan relativamente bien controlados a los, aproximadamente, sesenta yihadistas españoles que se han incorporado al IS, quince de ellos ya retornados y diez detenidos, existe una gran incertidumbre sobre los magrebíes que han ido y que están retornando o pueden hacerlo. «Los tenemos a la puerta de casa», reconocía recientemente Juan Carlos Marín, responsable de la lucha contra el terrorismo yihadista del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista, en un seminario organizado por el Real Instituto Elcano.
Ello explica el aumento de baja a alta intensidad del nivel de alerta 2 firmado en septiembre por el secretario de estado de Seguridad, Francisco Martínez, el impulso del intercambio de informaciónen los viajes a Washington de los responsables de Interior y Defensa, y el desmantelamiento de redes en operaciones conjuntas con Marruecos. La última escisión del AQMI, Yund al Jilafa o Soldados del Califato, responsable del secuestro y decapitación del francés Pierre Hervé Gourdel, y el voto de obediencia de su emir, Abdelmalek Guri, alias Jaled Abu Salman, al Estado Islámico hacen más urgente que nunca una coordinación más estrecha entre Rabat, Madrid, Washington y París.
«La convergencia entre terrorismo, corrupción y crimen organizado en el Sahel nunca había sido tan intensa», afirmaba el miércoles en un encuentro del Grupo 5+ 5 de Seguridad en el Mediterráneo Occidental celebrado en Madrid el presidente del Centro de Estudios Estratégicos marroquí, Mohammed Benhammou. «Todo es una amalgama inseparable que está produciendo ya más dinero de la emigración ilegal que del tráfico de armas y del narcotráfico», añadió.
«Ciento sesenta toneladas de coca se desembarcan ya cada año en la costa occidental de África, lo que representa el 18% del mercado mundial y el 32% del consumo europeo. A 24.000 euros el kilo, los terroristas disponen de recursos, si no tuvieran suficiente con los secuestros, para abastecerse del armamento que necesitan».
Según Benhammou, los extremistas están aprovechando el triángulo caótico entre Mali, Argelia, Libia y Túnez para comprar y vender armas, drogas y seres humanos. «Los explosivos Centex de Gadafi están por todas partes», dijo el catedrático marroquí. Las docenas de yihadistas españoles en el EI son un grano de arena comparados con los 1.600 marroquíes, 1.200 argelinos, 3.600 tunecinos, 4.200 libios y 1.000 franceses que, según los servicios secretos occidentales, militan en las fuerzas del EI en Siria e Irak.
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