La psicología, un “derecho universal” que se intercambia

EL MODELO DE | Psikosoliari@k, similar al del banco de tiempo, intenta “garantizar” atención a quienes no pueden permitírselo

Diario de noticias de Gipuzkoa, Un reportaje de Alicia Zulueta. Fotografía Ruben Plaza, 13-10-2014

un tratamiento psicológico, en los tiempos que corren, puede parecer un lujo, y para muchas personas quizá lo sea, a pesar de ser vital para la salud de las personas. Pero las sesiones a precios desorbitados hacen difícil tomar la decisión de embarcarse en un proceso terapéutico, aunque exista esa necesidad. Lorena Pérez, sin embargo, considera que la psicología es un derecho que debería garantizarse a todas las personas. Con ese motivo como combustible, ella y otras ocho terapeutas más han unido sus fuerzas y sus conocimientos para emprender el proyecto Psicokosolidari@k, una red de psicólogos solidarios de Donostia.

“Queremos crear un sistema que no esté basado solo en la economía y el dinero, sino que se pueda basar en que todos tenemos capacidades y habilidades, y además no se agotan por darlas”, afirma la psicóloga. Inspiradas por el Banco del Tiempo y por un proyecto madrileño de estas características, han decidido intercambiar terapia por talentos o capacidades de sus pacientes, como forma de pago. “Empezamos a hablar entre nosotras de que hay mucha gente que no está pudiendo acceder a un tratamiento psicológico”, explica. Según cuenta, los inmigrantes que no tienen padrón no pueden acceder a la seguridad pública, por lo tanto no pueden disfrutar de asistencia psicológica. Por otro lado, aquellos que sí están empadronados en Euskadi reciben una asistencia sanitaria psicológica “bastante limitada”, que puede entenderse como una sesión al mes, cuando lo recomendable es una sesión a la semana.

En la sanidad pública, “hay que pasar una valoración, y si el problema que se tiene no se considera grave, a veces incluso se deniega la atención. Y hay mucha gente que no puede pagar un terapeuta privado”, denuncia Pérez. Para cambiar esta situación desde sus posibilidades y fomentar la psicología, ya que opinan que en el ámbito institucional no está suficientemente representada, este grupo de psicólogas promueve que las capacidades de cada persona son igual de válidas que las que puedan tener ellas como profesionales de la psicología.

“Enseñar euskera, cocinar, o acompañar son cosas que pueden tener el mismo valor, por lo tanto se nos ocurre que podíamos funcionar con ese intercambio”, comenta. No obstante, es importante tener en cuenta que el paciente no devolvería esa hora de terapia a su psicólogo, sino que ofrecería su servicio a otro terapeuta. “Así se evita que haya dos relaciones paralelas que interfieran en lo terapéutico”, explica. De esta manera, se puede crear una red de intercambio a nivel guipuzcoano.

¿por qué no gratis? “Nos parece importante que la relación que se establezca entre terapeuta y paciente sea igualitaria”, anuncia Pérez. Este planteamiento de pago se sustenta en que, de lo contrario, se podría crear una relación de dependencia nada sana. “La caridad es que yo, a cambio de nada, te doy algo de lo que careces. Y no estamos a favor ni para la salud psicológica ni como filosofía de base”, recalca. Se daría una situación desigual en la que “yo me coloco por encima”. Pérez especifica que han decidido cambiar la caridad, por la solidaridad. Además, afirma que han descubierto que el hecho de ofrecer tu propia habilidad como intercambio es terapéutico en sí mismo. “Las personas que vienen a veces piensan que no saben hacer nada. Entonces, hay un trabajo que forma parte de la terapia, de descubrir para qué valgo yo, qué cosas se me dan bien y qué aptitudes tengo en la vida”, argumenta esta terapeuta de Psikosolidari@k.

Este proyecto, que lleva gestándose más de un año, tiene dos meses de vida práctica. Pérez subraya que lo que intentan es dar una oportunidad a esas personas que no pueden permitirse un terapeuta privado, por eso esperan que la gente que realmente pueda acceder económicamente a este “derecho universal no garantizado”, dejen el espacio a esas personas que de otro modo no pueden. Para prevenir esta posible situación, la persona coordinadora del proyecto se encarga de entrevistar a los interesados pidiendo documentación similar a la requerida para solicitar una ayuda social. “Tenemos un baremo y si esa estimación no saliera bien, no se iniciaría el proceso con esa persona, aunque podría colaborar de otras maneras, pero no recibiendo terapia”, completa.

Prácticas para estudiantes Otro importante punto del proyecto son las prácticas para estudiantes de psicología que oferta Psikosolidari@k. Por el momento, son tres las personas que están a la espera. “Siempre y cuando el terapeuta y el paciente estén de acuerdo, el estudiante puede participar. Debería estar al lado del psicólogo durante todo el proceso terapéutico para que vea cómo es”, manifiesta. Este grupo opina que las prácticas que se recibe en las facultades “son insuficientes”. Por ello considera que observar el trabajo de primera mano es “importantísimo”. Los estudiantes no deben dar nada a cambio, y además cuentan, como el resto de profesionales, con el servicio de supervisión, para controlar los casos que se llevan y analizar cómo estos afectan a las emociones de los que los tratan.

Psikosolidari@k animan a toda persona interesada, tanto por recibir tratamiento como para colaborar de la forma que sea, a ponerse en contacto para recibir información escribiendo a psikosolidarioak@gmail.com, o llamando al 647 106 450.

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