"Las etiquetas esconden a las personas, hay que hablar más"

"Definir a alguien por su procedencia o su edad es algo muy limitado", sostiene esta comunicadora social, que está decidida a "promover el cambio"

El Correo, laura caorsi, 13-10-2014

Educación, género y desarrollo comunitario. Sobre estos tres pilares se asienta un nuevo programa de radio que comenzó a emitirse en septiembre. La propuesta – que ha encontrado lugar en la emisora Candela – tiene un fuerte componente social, un punto crítico y reivindicativo y, sobre todo, una mirada joven. Los tres presentadores de ‘Comuna Intercultural’ son estudiantes universitarios. Cursan el último año de Educación Social. Creen que el mundo se puede cambiar si hay esfuerzo y voluntad, cuando se tienen las herramientas adecuadas.

Andrea Correa es una de las voces tras el micrófono. Comprometida, sensible, crítica y optimista, representa el mejor perfil de la juventud y el mundo de hoy. Tiene 23 años, nació en Colombia y se marchó de su ciudad, Bucaramanga, hace una década junto a sus padres y su hermana. Llegó a Euskadi con edad suficiente para recordar su procedencia, pero sin tantos años como para que la adaptación fuera un reto complicado. Ella no eligió emigrar. Sin embargo, cuando le preguntan de dónde siente que es, no duda ni un segundo en la respuesta: «Me siento colombiana y me siento bilbaína. Soy ciudadana del mundo».

«He tenido mucha suerte – prosigue – . Bilbao me ha visto crecer y yo he podido incorporar otra cultura a mi vida. Por supuesto, cuando cambias de entorno te sientes vulnerable, pero eso no es un impedimento para crecer. Al contrario: si transformas los desafíos en oportunidades, acabas fortaleciéndote. Además, si algo caracteriza a mi generación es la movilidad. Tengo amigos aquí que han hecho experiencias fuera, con las becas Erasmus. Con ellos siempre intercambio perspectivas y vivencias. Mi hermana, por ejemplo, creció en Colombia, hizo aquí su carrera y ahora vive en Londres. Para la gente de nuestra edad, eso no es raro. El mundo es más pequeño que antes».

Una profesión para ser feliz

Andrea no cree que la integración social tenga que ver con la edad. En su opinión, tiene que ver con los esfuerzos. «Para la inclusión real hace falta que todo el mundo ponga algo de su parte: quienes vienen y quienes reciben, todos. Y para que eso sea posible – razona – es necesario entender la inmigración como una oportunidad, no como un problema. Las grandes ciudades del mundo son cada vez más cosmopolitas y mestizas. Bilbao está en ese proceso, aunque aún le falta. Nosotros somos parte de ese cambio, no podemos ser indiferentes a ello», subraya.

El programa de radio que presenta cada jueves por la tarde es un ejemplo del compromiso al que se refiere. Y lo es en distintos niveles. «Muchas veces se define a mi generación como la generación ‘ni – ni’. Hablan de nosotros como personas pasivas, y eso no es cierto. Como tantos otros jóvenes, yo estudio, me apunto a trabajos temporales para tener cierta independencia económica y, además, hago cosas para promover la transformación social del lugar donde vivo. Hoy en día, los jóvenes no sólo participan de los cambios, sino que los lideran. Tenemos mucho que decir, mucho que aportar y, sobre todo, somos capaces de pensar alternativas», reivindica.

Por otra parte, Andrea explica que este proyecto radiofónico es el resultado del esfuerzo compartido. «Hay muchas horas de estudio, mucha lectura, mucho trabajo detrás del programa», dice, y cuando habla de ello se le ilumina la voz. «Es que es me llena de ilusión. Le da sentido a la carrera que elegimos mis compañeros y yo. Desde el comienzo tuve claro que quería estudiar algo que me diera herramientas para mejorar la sociedad. Y también supe siempre que quería una profesión que me hiciera feliz, que me satisficiera en lo profesional y en lo personal».

No exagera, por tanto, cuando dice que va contenta a clase, aunque explica que su generación, «la segunda desde Boloña», ha sufrido muchos cambios académicos. «Elijo quedarme con lo positivo – señala – . Ahora que estoy en el último curso, me doy cuenta de que esta carrera me ha transformado como persona. He descubierto, entre otras cosas, que enseñar y aprender es un camino de ida y vuelta. También he aprendido que el diálogo es fundamental para promover los cambios. La empatía es imprescindible», subraya.

«Creo que es muy necesario aprender a ponerse en el lugar de los demás. Interesarse, conversar, hacer preguntas constructivas. Y, además, no etiquetar. Tenemos tendencia a encasillarlo todo, hasta a los seres humanos, pero lo cierto es que las etiquetas esconden a las personas. Yo soy inmigrante, pero soy más cosas que eso. Y haber nacido en Colombia, o haber crecido aquí, marca sólo una parte de mi manera de ser. Definir a alguien por su procedencia es algo demasiado limitado. Las personas siempre te sorprenden».

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