Extranjeros en su país

El Mundo, Carlos Toro. Deportes, 05-10-2014

En la Liga de baloncesto 2014/2015, que comenzó ayer, los jugadores españoles constituyen el 39% del total. Una media de cuatro por equipo. Y eso que entre los españoles incluimos a los nacionalizados. Todo eso quiere decir que no hay bastantes mimbres canasteros autóctonos para integrar plantillas de calidad o que, por razones de diversa índole, se les cierra el paso a los jóvenes.

Es verdad que tenemos a unos cuantos elementos en la NBA (la mitad de la selección del Mundial). Pero ello no impide que el 39% sea un porcentaje excesivamente bajo y convierta a los españoles en extranjeros en su país. El problema del relevo generacional de la selección no va a ser tanto encontrar jugadores del talento de los anteriores como encontrar jugadores. A secas. Mucho más si tenemos en cuenta que los cupos reservados al producto doméstico se han ampliado al de importación pero formado aquí. Echen un vistazo, sin ir más lejos, al equipo júnior del Real Madrid: Emanuel Cate, Andrej Magdevski, Jonathan Kasibabu, Waly Niang…

El baloncesto también está económicamente tieso. Pero comparado con
otros deportes, y aprovechando la existencia derrochadora del Barcelona y el Madrid, se permite ciertos lujos a fin de mantener el tipo y salvaguardar el espectáculo. El balonmano, por ejemplo, no puede. Y, excepto el Barça, se ha convertido en una máquina exportadora de talentos nacionales (medio centenar).

Por descontado, esa hemorragia no se suple con plasma azul extranjero. Si no hay dinero para retener figuras, tampoco lo hay para fichar estrellas. Así, al menos, al balonmano no le queda más remedio que adelantar la mayoría de edad de los chavales y retrasar la jubilación de los veteranos. De ese modo, los españoles son mayoría en la ASOBAL. De entre 256 jugadores, sólo 50 son foráneos. En la ACB, de 215 son únicamente 84 los españoles.

Y algunos de modo peculiar, como Víctor Sada. El ex azulgrana, ahora en Andorra, defiende públicamente, al igual que Piqué, la compatibilidad entre ser independentista y vestir la camiseta de España. Rechazar a Felipe V, aceptar a Felipe VI y jugar con Felipe Reyes, de apellido monárquico plural. Conocíamos la democracia orgánica, la directa, la deliberativa, la líquida… Pero no la reversible, de doble uso. Sada y Piqué, como tantos otros, arriman la democracia a su sardina. O a su sardana.

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