España

¿Se puede vivir sin nacionalidad? La ruta de los apátridas en España

ABC, Sara monteroMadrid, 28-09-2014

El Ministerio del Interior concede esta protección a las personas saharauis que vienen a estudiar o trabajar a España

«Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya». Las palabras del filósofo Séneca cobran especial significado en Omar, que tuvo que abandonar su tierra para poder estudiar. Actualmente vive en España bajo la condición de «apátrida», una figura jurídica que se otorga en nuestro país a aquellos que no tienen nacionalidad. En este caso, el país que él reconoce como nación es el Sáhara, una tierra no reconocida como país en el ámbito internacional.

«Llegué a España a los 14 años bajo un programa de Estudios. En el Sáhara solo hay educación hasta sexto de primaria y si quieres seguir estudiando tienes que ir a Argelia, Cuba o España», narra el joven saharaui. Fue seleccionado por su buen expediente académico y recayó en una familia española en la que se integró a la perfección. Ahora, casi 10 años después, está a punto de culminar sus estudios como ingeniero agrónomo y piensa en volver a largo plazo a su tierra para «ayudar en su reconstrucción». Aunque en su documentación ponga «apátrida» en el hueco de «nacionalidad», en realidad este chico de 24 años tiene la vida dividida en dos lugares: el de su origen y el de su acogida.

Cuando Omar acabó su programa de estudios, necesitó solicitar el estatuto de «apátrida» para quedarse. Este reconocimiento, que parte de la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de Nueva York firmado el 28 de septiembre de 1954 al que España se adhirió en 1997, permite estudiar, trabajar y vivir en España y, sobre todo, la posibilidad de pedir la nacionalidad española tras cinco años. Omar reconoce que acceder a este estatuto no fue tan difícil para él como para otros compañeros, ya que la ONG CEAR le ayudó a tramitarlo.

En el Sáhara no hay futuro y su población tiene graves problemas para resolver su situación fuera de una tierra no reconocida como país y donde la ocupación es una situación cotidiana. Detrás del reconocimiento de apátrida, hay una lucha de años con la administración. «Las solicitudes saharauis en España eran sistemáticamente denegadas. Nosotros empezamos a recurrir al Tribunal Supremo y entonces este comenzó a reconocer el estado de «apátrida» para estas personas», cuenta Paloma Favieres, coordinadora del Servicio Jurídico de Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

Aunque en el caso de los inmigrantes palestinos tampoco existe un país reconocido por toda la comunidad internacional, los solicitantes en este caso suelen acogerse al Estatuto de Refugiado por el que están amparados.

Nueve menores de edad, cuatro mujeres y tres hombres salieron hace un mes de la ciudad autónoma de Ceuta rumbo a la Península Ibérica. Su caso es muy distinto al de Omar: su objetivo era el estatus de refugiado. Su travesía por el Estrecho fue el último paso de una lucha administrativa que ha durado dos meses. Su objetivo era conseguir el asilo político en España tras haber huido de la miseria y la muerte a las que ha abocado la guerra a Siria a los ciudadanos de este país.

Pero no fue fácil. En Ceuta hay censados oficialmente 80 sirios. Una treintena permanecen asentados ilegalmente junto a la Delegación del Gobierno y el resto está acogido en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).

Siria es la segunda nacionalidad que más protección internacional ha solicitado en España en 2013, solo por detrás de Malí y por delante de Argelia.Unas 4.502 personas pidieron asilo político en España en 2013. De las miles de solicitudes, solo a 206 personas se les concedió el Estatuto de refugiado, siendo Palestina, Pakistán e Irán las nacionalidades más favorecidas.«Es difícil que se conceda este estatuto en España porque los criterios que tienen el Ministerio del Interior son bastantes restrictivos», recuerda Favieres. Si se deniega, el solicitante sí puede obtener una protección subsidiara. La inmensa mayoría de estos inmigrantes

Solicita el asilo ya en el territorio (3.609 de más de 4.502). La mayoría son personas que han logrado entrar en España por los aeopuertos de Barajas o el Prat. Solo unos pocos (381) se atrevieron a jugársela a una sola carta y lo pidieron en el puesto fronterizo. Casi la misma cifra que lo solicitó en el CIE (306) y por encima de los que lo gestionaron en las embajadas (205).Si se establece una comparación con países como Alemania (que tuvo más 126.000 solicitudes) o Francia (64.760), España se queda muy atrás en cuanto a personas que piden quedarse como refugiados en nuestro país, que incluso es superado por Hungría (con 18.895 solicitudes). Sin embargo, no está relacionado con las garantías ofrecidas por nuestro país, sino más bien con el hecho de que no somos un país histórico de acogida, como sí lo son nuestro homólogos europeos. «La mayoría de los refugiados europeos entra por la ruta de los Balcanes y por Italia», afirma Favieres. Solo un 6% de todo el total de refugiados en el continente entró por España en 2013.

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