"Los Gobiernos de España y Marruecos son la mayor mafia de traficantes de personas"

Defensores de los derechos humanos y entidades que trabajan en la Frontera Sur reclaman en Bruselas un cambio urgente en las políticas migratorias de la UE

Público, CORINA TULBURE, 13-09-2014

“Soy de Marruecos. Llegué a Melilla cuando era joven, con una licenciatura bajo el brazo que no me sirvió de nada, y viví en persona el racismo. Queremos que nuestra voz llegue al Parlamento Europeo. En Melilla el inmigrante es una fuente para hacer dinero. Aquí quiero denunciar los malos tratos que sufren las personas y los entramados que ganan dinero con las personas migradas. Siempre se habla de los que asaltan la valla. Pero en Melilla entran mafias y drogas que no se denuncian, porque interesa que existan”, afirma Touria El Cadi, responsable del área de inmigración de IU Melilla, en su intervención ante los eurodiputados durante el encuentro La Frontera Sur: ¿hay soluciones?, que se celebró en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, impulsado por la red europea Migreurop. Allí, europarlamentarios de Izquierda Unida Europea y de los Verdes, migrantes, defensores de los derechos humanos y distintas entidades reclamaron un cambio urgente en las políticas migratorias de la UE.

“Sabemos cuántos migrantes llegan, pero no sabemos cuántos se han hundido en el mar”
Otro migrante, Alejo, no tuvo que hacer frente a las vallas con cuchillas, pero sí se ha enfrentado a otras vallas: las económicas y sociales, las vallas invisibles. Partió desde España rumbo a Francia huyendo del paro. “Uno tarda en convalidar su título y mientras tanto hace prácticas no remuneradas en condiciones de esclavitud. Los españoles que nos vamos, tropezamos con las fronteras invisibles que agravan la desigualdad social.”

Si las fronteras intangibles suponen una batalla psicológica diaria para Alejo, las fronteras físicas erigidas al sur de la UE resultan letales para miles de personas. La europarlamentaria italiana Barbara Spinelli lo describe como “una situación de guerra”. “Una guerra que no se ha declarado, pero una guerra contra las personas. Y callarse ante esta guerra es incurrir en un crimen, el crimen de la indiferencia.”

Denunciar la impunidad de los crímenes en la frontera
Cruzar la alambrada de Ceuta puede ser sinónimo de perder la vida o la movilidad de las manos. “Estas cuchillas matan. En 2009 un inmigrante falleció desangrando. Muchos se quedan sin poder utilizar las manos”, cuenta a los europarlamentarios Paula Domingo, que trabaja sobre el terreno. Las personas tienen dos opciones: la alambrada o tirarse al mar. “Los intentos de saltar la alambrada son mínimos, la gente entra por mar en grupos de 6 o 7 personas. Llegan en balsas de playa. Sabemos cuántos llegan, pero no sabemos cuántos se han hundido en el mar”. A pesar de que lo ocurrido en Lampedusa, Ceuta o Melilla se cataloga como “catástrofe humanitaria”, las muertes en la frontera son consecuencia directa del cierre de las fronteras de la UE y de sus políticas migratorias, “catástrofes” programadas. Las devoluciones en caliente, donde no se identifica a la persona y se desconoce su situación, tampoco son una práctica nueva, sino que constituyen una ilegalidad normalizada. “En Ceuta se llevan a cabo desde que yo llegue, en 1999. Se devuelve a las personas sin identificarlas” aclara Domingo.

“En Melilla no se ha creado una frontera, sino una valla para matar a la gente”
Para los que consiguen entrar, Ceuta se convierte en una especie de cárcel al aire libre. “Los migrantes que llegan se encuentran atrapados porque no pueden viajar a la península”, explica Paula Domingo a Público. Actualmente en el CETI de Ceuta se amontonan 700 personas, cuando la capacidad es de 514. Una parte importante de ellos son sirios, mientras que el resto proceden de Mali y Guinea.

“Son personas que huyen de países en guerra y muchos se resisten a pedir asilo en Ceuta. Desde 2009 existe una normativa que especifica que mientras se tramita el asilo, la persona debe permanecer en Ceuta. Los procedimientos pueden tardar dos años y la solicitud puede ser denegada. Mientras tanto, la vida de la persona queda en manos del Gobierno, y en el CETI o fuera del centro sus vidas se limitan a comer y dormir, no pueden hacer nada más”.

Las denuncias presentadas a los europarlamentarios por José Palazón, de Prodein, dejan constancia de la misma situación de violencia normalizada en Melilla. “La valla de Melilla parece que esté viva, siempre hay alguna nueva maldad. Ahora quieren colocar una malla antitrepa, para que los inmigrantes no puedan meter la mano. En Melilla no se ha creado una frontera, sino una valla para matar a la gente. A pesar de que hubo una gran contestación social, ninguna institución se ha interpuesto de forma decisiva”, ha explicado Palazón. En la otra parte de la valla, en el lado marroquí, las organizaciones denuncian los mismos tipos de control y de violencia: el despliegue de las fuerzas policiales marroquíes, un foso de 4 metros de profundidad y una valla de concertinas en construcción. En el lado español, completa el arsenal fronterizo la Guardia Civil y los mecanismos para detectar a las personas de noche.

“Soy de Marruecos. Llegué a Melilla cuando era joven, con una licenciatura bajo el brazo que no me sirvió de nada, y viví en persona el racismo. Queremos que nuestra voz llegue al Parlamento Europeo. En Melilla el inmigrante es una fuente para hacer dinero. Aquí quiero denunciar los malos tratos que sufren las personas y los entramados que ganan dinero con las personas migradas. Siempre se habla de los que asaltan la valla. Pero en Melilla entran mafias y drogas que no se denuncian, porque interesa que existan”, afirma Touria El Cadi, responsable del área de inmigración de IU Melilla, en su intervención ante los eurodiputados durante el encuentro La Frontera Sur: ¿hay soluciones?, que se celebró en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, impulsado por la red europea Migreurop. Allí, europarlamentarios de Izquierda Unida Europea y de los Verdes, migrantes, defensores de los derechos humanos y distintas entidades reclamaron un cambio urgente en las políticas migratorias de la UE.

“Sabemos cuántos migrantes llegan, pero no sabemos cuántos se han hundido en el mar”
Otro migrante, Alejo, no tuvo que hacer frente a las vallas con cuchillas, pero sí se ha enfrentado a otras vallas: las económicas y sociales, las vallas invisibles. Partió desde España rumbo a Francia huyendo del paro. “Uno tarda en convalidar su título y mientras tanto hace prácticas no remuneradas en condiciones de esclavitud. Los españoles que nos vamos, tropezamos con las fronteras invisibles que agravan la desigualdad social.”

Si las fronteras intangibles suponen una batalla psicológica diaria para Alejo, las fronteras físicas erigidas al sur de la UE resultan letales para miles de personas. La europarlamentaria italiana Barbara Spinelli lo describe como “una situación de guerra”. “Una guerra que no se ha declarado, pero una guerra contra las personas. Y callarse ante esta guerra es incurrir en un crimen, el crimen de la indiferencia.”

Denunciar la impunidad de los crímenes en la frontera
Cruzar la alambrada de Ceuta puede ser sinónimo de perder la vida o la movilidad de las manos. “Estas cuchillas matan. En 2009 un inmigrante falleció desangrando. Muchos se quedan sin poder utilizar las manos”, cuenta a los europarlamentarios Paula Domingo, que trabaja sobre el terreno. Las personas tienen dos opciones: la alambrada o tirarse al mar. “Los intentos de saltar la alambrada son mínimos, la gente entra por mar en grupos de 6 o 7 personas. Llegan en balsas de playa. Sabemos cuántos llegan, pero no sabemos cuántos se han hundido en el mar”. A pesar de que lo ocurrido en Lampedusa, Ceuta o Melilla se cataloga como “catástrofe humanitaria”, las muertes en la frontera son consecuencia directa del cierre de las fronteras de la UE y de sus políticas migratorias, “catástrofes” programadas. Las devoluciones en caliente, donde no se identifica a la persona y se desconoce su situación, tampoco son una práctica nueva, sino que constituyen una ilegalidad normalizada. “En Ceuta se llevan a cabo desde que yo llegue, en 1999. Se devuelve a las personas sin identificarlas” aclara Domingo.

“En Melilla no se ha creado una frontera, sino una valla para matar a la gente”
Para los que consiguen entrar, Ceuta se convierte en una especie de cárcel al aire libre. “Los migrantes que llegan se encuentran atrapados porque no pueden viajar a la península”, explica Paula Domingo a Público. Actualmente en el CETI de Ceuta se amontonan 700 personas, cuando la capacidad es de 514. Una parte importante de ellos son sirios, mientras que el resto proceden de Mali y Guinea.

“Son personas que huyen de países en guerra y muchos se resisten a pedir asilo en Ceuta. Desde 2009 existe una normativa que especifica que mientras se tramita el asilo, la persona debe permanecer en Ceuta. Los procedimientos pueden tardar dos años y la solicitud puede ser denegada. Mientras tanto, la vida de la persona queda en manos del Gobierno, y en el CETI o fuera del centro sus vidas se limitan a comer y dormir, no pueden hacer nada más”.

Las denuncias presentadas a los europarlamentarios por José Palazón, de Prodein, dejan constancia de la misma situación de violencia normalizada en Melilla. “La valla de Melilla parece que esté viva, siempre hay alguna nueva maldad. Ahora quieren colocar una malla antitrepa, para que los inmigrantes no puedan meter la mano. En Melilla no se ha creado una frontera, sino una valla para matar a la gente. A pesar de que hubo una gran contestación social, ninguna institución se ha interpuesto de forma decisiva”, ha explicado Palazón. En la otra parte de la valla, en el lado marroquí, las organizaciones denuncian los mismos tipos de control y de violencia: el despliegue de las fuerzas policiales marroquíes, un foso de 4 metros de profundidad y una valla de concertinas en construcción. En el lado español, completa el arsenal fronterizo la Guardia Civil y los mecanismos para detectar a las personas de noche.

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