Ayudas sociales: un debate
Las explosivas declaraciones del alcalde de Vitoria sobre las ayudas sociales de algunos inmigrantes avivan una polémica que Urkullu intenta reconducir con un pacto necesario.
El País, , 11-09-2014En época de crisis, sobre todo, las ayudas sociales son gramos de pólvora incendiaria. Y en manos irresponsables, explotan. En Euskadi, la creciente demanda de estas prestaciones ha pulverizado las partidas presupuestarias provocando así un primer escenario de alarma sobre la viabilidad de un modelo que se antoja envidiable en su concepción.
Hasta ahora, la inquietud se venía centrando en las localizaciones de pequeñas bolsas de fraude – las cifras siempre han estado por debajo del 5% – pero que nunca han creado alarma social más allá de la puntual explosión mediática de un tema siempre favorable al bullicio dialéctico. Incluso, las advertencias de algunas instituciones sobre la estrechez galopante de sus recursos tampoco habían movido el árbol del debate con el vigor suficiente.
Pero unas acusatorias declaraciones del alcalde de Vitoria, Javier Maroto (PP), sobre el destino de las ayudas sociales que realizan colectivos de inmigrantes – en especial, magrebíes – han abierto la caja de los truenos. Maroto sostiene que algunos inmigrantes “viven principalmente de las ayudas sociales y no tienen ningún interés en trabajar o integrarse”. Y no ha rectificado a pesar de que el resto de partidos y el Gobierno vasco han afeado su irrupción tan estruendosa en un tema tan delicado y de tan arriesgadas repercusiones sociales. Más aún, azuzó el debate al considerar “escandaloso” el caso de los ciudadanos de origen argelino y marroquí que llegan al País Vasco. A tal punto llega la gravedad de la acusación que el fiscal superior del País Vasco, Juan Calparsoro, ha abierto diligencias.
Hay unanimidad en los partidos al advertir “populismo” en los dardos de Maroto. Pero su partido no le ha desautorizado. Muy al contrario, el diputado general de Álava, Javier de Andrés, ha puesto ejemplos, incluso, que le permiten hablar de empadronamientos ilegales de inmigrantes. ¿Quién los permitió? ¿Cómo se pudieron hacer sin que nadie lo denunciara? ¿Es esta la manera elegida por el PP para abrir el melón de las ayudas sociales en Euskadi?
Es muy posible que Maroto hable por casos que conoce en el día a día de su gestión. Y De Andrés, también. Pero la forma elegida para desvelar posibles irregularidades supera el catón de la responsabilidad de un cargo institucional. Nadie duda de que la crisis y el efecto pernicioso de los recortes desbordan el modelo social del que se sirve Euskadi. Es por ello que urge la reflexión serena, no la populista ni la del regate en corto. De estas acusaciones a la xenofobia queda un paso muy corto.
Consciente de la alarma creciente y poco constructiva, ha sido el lehendakari, Iñigo Urkullu, quien ha centrado con acierto la polémica. Es consciente de que el modelo se desborda y por eso pide que se alcance un pacto donde nadie se sienta ajeno. ¿Es posible hacerlo ahora, en el horizonte de las elecciones de 2015? Con responsabilidad, por supuesto; buscando la rentabilidad, imposible.
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