historias de la vida
Mor, el buscavidas honrado de Mungia
mortala diop llegó hace casi ocho años de senegal y en poco tiempo se ha ganado el corazón de los mungiarras
Deia, , 08-09-2014PASEAR por Mungia con Mortala o Mor, como le llaman todos los que le conocen, se asemeja a ese tipo de videoclips en el que el cantante camina por las calles sonriente, alegre y despreocupado, desprendiendo un halo de felicidad que contagia a cada paso. Así camina Mor por Mungia, contento, saludando aquí y allá, hablando con el pastelero que le silba, charlando con un grupo de mujeres que le preguntan por sus viajes a Senegal o interesándose por los hijos de una joven pareja que le habla como a cualquier mungiarra de toda la vida.
Mortala tiene 29 años y hace casi ocho que llegó desde Luga, una región del sur de Senegal. Desde entonces vive en el municipio, y se muestra encantado. “En Mungia me quieren mucho y me tratan muy bien”, asegura. Y es que su carácter extrovertido y amable le ha ayudado a la hora de integrarse en la vida mungiarra y conocer a personas de todas las edades.“Tengo muchos amigos en Mungia, también en Gatika, y en Maruri tengo una familia” comenta. “Alejandro y Mariasun son mis padres aquí, y Joana y Endika mis hermanos”. Esta familia le ha adoptado como a un hijo y él solo tiene buenas palabras para ellos, “Alejandro me dijo que yo era su hijo, me quieren mucho”.
Pero además de su familia, en Mungia ha hecho amigos en todas partes. “Las chicas de los servicios sociales se portan muy bien conmigo, Eider, Joana, y Maite ayudándome con los papeles. Son todas muy buena gente” asegura.
No hay mungiarra que no conozca a Mor. “Mari y Jone, de la pastelería Leku Ona me dan ropa muchas veces, y Esther me regaló una tele nueva que todavía conservo”, cuenta agradecido.
Mor se siente muy arropado en Mungia, y eso se le nota. Por eso le gusta corresponderles siempre que puede, y cuando una vez al año visita Senegal, nunca viaja solo: “cuando voy siempre llevo amigos de Mungia a mi casa. A mis padres les encanta tener visitas y yo les enseño el país”.
Su familia vive en una casa en el campo que podría asemejarse a nuestros baserris, con ganado y labranza. “Mis hermanos trabajan todos en el campo”, dice. También tiene allí a su mujer, con la que se casó hace dos años en uno de sus viajes a Luga. “Ella no quiere venir a vivir aquí y a mí me gusta mucho Mungia. El tiempo dirá dónde está nuestro futuro”, explica.
Mientras, el día a día de Mor está en Mungia. Sale todas las mañanas a comprar el periódico y el pan, charla con la gente, pasea. Cada tarde, va a alfabetizarse en castellano en la EPA (Educación para adultos) del municipio. “Yo estudié en Senegal, árabe y francés. Me gusta aprender”. Tanto que su idea es alfabetizarse también en euskera. “El año que viene quiero estudiar euskera, quiero aprender”, asegura convencido.
buscándose la vida Mor es musulmán y pasar una época como el ramadán le marca. “Pierdo muchos kilos. Trabajar todo el día sin beber ni comer hasta el anochecer se hace duro”. Y es que Mor salió de Senegal “para conocer mundo, para aprender y construir una vida”, y para ello busca maneras de ganarse el pan. Y no lo hace mal. Conoce los gustos y hasta las tallas de centenares de mungiarras, y así les ofrece lo que puedan desear. Y si no tiene algo que le piden, lo busca. Ahí reside el secreto de su éxito, en su carácter, que es el que le ha valido la confianza de sus paisanos.
Pero como bien dice, él quiere aprender y construirse una vida, y por eso su deseo es aprender el oficio de albañil. Porque su idea es trabajar y para eso sabe que debe formarse. Y siempre “portándose bien”. Según Mor, a él le gusta la gente “formal”. “Llevo casi ocho años aquí y nunca he tenido ningún problema. No me gustan los líos”, sentencia rotundo. Ese quizás sea uno de los motivos por los que tanta gente le quiere en el municipio. Es imposible contar a sus amigos con los dedos de las manos. A él le gusta también salir, estar con amigos, eso sí “sin beber alcohol”, ya que su religión no lo permite: “A veces mis amigos flipan porque no bebo nada”, asegura.
Pero eso no le impide hacer amistades en todas partes. En Gatika por ejemplo, cuenta con algunos de sus mejores colegas, y cuenta que una vez hizo hasta de Rey Mago en la cabalgata de la localidad. “Los niños me señalaban y decían: Ese no es Baltasar, es Mor” recuerda entre risas.
muy personal
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