Antes incluso de llegar a la presidencia, Barack Obama quiso dibujar un país donde la raza había dejado de ser un asunto predominante, como si el legado de la esclavitud y la segregación, imperante hasta principios de los 70, se hubiera evaporado de un plumazo. «No hay una América negra y una América blanca y una América latina y una América asiática. Hay los Estados Unidos de América», dijo en la Convención Demócrata del 2004, el famoso discurso que lanzó su carrera en la esfera nacional. Desde entonces, Obama ha tratado de erigirse en un símbolo de la América posracial, pero como los disturbios de Misuri recuerdan estos días la fractura persiste y los agravios no han de…