Un salvavidas para el Mediterráneo

Un matrimonio italiano compra una embarcación para socorrer a inmigrantes en el mar

El Mundo, SORAYA MELGUIZO MILÁN ESPECIAL PARA EL MUNDO , 18-08-2014

Regina Catrambone, originaria de Calabria, en el sur de Italia, se instaló hace casi ocho años en Malta junto a su marido Christian. En la isla se dedican a la compraventa de inmuebles, un trabajo que les garantiza buenos ingresos y una vida desahogada. Pero el día en que la italiana escuchó al Papa Francisco condenar la «globalización de la indiferencia» desde la isla siciliana de Lampedusa, pensó que tenía que hacer algo ante los miles de muertos que cada año se traga el Mediterráneo.

Pocos meses antes, durante un crucero por las costas de Túnez, había visto desde la cubierta de la nave los restos de lo que parecía ser un naufragio. El capitán del barco, que había trabajado en las fuerzas armadas de Malta, se lo confirmó. «Fue como un puñetazo en el estómago», dice a EL MUNDO Regina. La muerte de más de 300 personas en las costas de Lampedusa en octubre dio el empujón definitivo a la pareja para comprar su propio barco salva-inmigrantes y fundar Migrant Offshore Aid Station (MOAS), una organización sin ánimo de lucro formada por profesionales para ayudar a «salvar vidas en el mar Mediterráneo, que en los últimos años ha sido testigo de demasiadas tragedias debido a los inmigrantes que intentan llegar a Europa en embarcaciones no aptas para navegar», explica Christian.

La embarcación que la pareja adquirió en EEUU no es ningún velero de recreo. El Phoenix 1, como ha sido bautizado, tiene 43 metros de eslora y cuenta con dos pequeños aeroplanos dirigidos por control remoto que pueden volar seis horas a una velocidad de 240 km por hora.

La última semana de agosto, Regina, Christian y un equipo formado por una decena de personas –entre paramédicos, ingenieros, personal de tripulación y varios operadores expertos– saldrán a la mar. Será la primera embarcación privada de este tipo que navegue en aguas del Mediterráneo. «Colaboraremos en las misiones de búsqueda y rescate al igual que cualquier otro barco pesquero o de mercancías a los que a veces se les pide ayuda», explica Christian. «La diferencia es que el Phoenix 1 estará equipado y contará con profesionales expertos. Vamos a usar nuestros propios recursos para localizar embarcaciones en peligro, pero manteniendo a las autoridades informadas de nuestras operaciones y obedeciendo sus órdenes, de acuerdo al Derecho internacional».

Más de 100.000 personas llegaron a las costas italianas huyendo del hambre, la guerra y la miseria en 2014. La mayoría de ellos, procedentes de Siria, Eritrea, Egipto y otros países del norte de África.

«Los italianos somos campeones en acogida», dijo el ministro de Interior transalpino, Angelino Alfano. «Pero la responsabiliad de la frontera del Mediterráneo debe ser europea». Diez meses después del comienzo de la operación Mare Nostrum –puesta en marcha por el entonces primer ministro, Enrico Letta, tras la tragedia de Lampedusa–, el Gobierno italiano exige que Frontex, la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores, retome el control del tráfico de inmigrantes en el sur de Europa. «Estamos orgullosos de haber salvado más de 70.000 personas, pero los inmigrantes no vienen a Italia sino a Europa», añadió el ministro italiano.

Según datos oficiales, casi un tercio de los sin papeles que llegó a Italia en el último año solicitó asilo político en otro país de la UE. Lo que no significa que lo consiga. Ayer, casi medio centenar de inmigrantes que intentaban llegar a Austria en tren fueron detenidos en la frontera y reenviados de vuelta al país transalpino. «El Papa dijo que todos tenemos que ayudar a los demás en primera persona, con nuestros medios y nuestros recursos. Nosotros lo estamos intentando», decía desde Malta Christian Catrambone. Europa, según las autoridades italianas, continúa mirando para otro lado.

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