espíritu de servicio

Algunos hombres y mujeres buenos

En este mundo neoliberal.com donde todo se compra y se vende, un ejercito altruista de hombres y mujeres dan y sobre todo se dan sin pedir nada a cambio. Cuatro misioneros de Navarra y la CAV relatan a cómo han hecho de su espíritu de servicio una esperanza para miles de africanos.

Diario de noticias de Alava, Un reportaje de Nekane Lauzirika, 17-08-2014

Aunque parezca que solo existen cuando les ocurre algo noticiable (y más si es negativo), como ha sucedido con el padre Miguel Pajares y su muerte por el virus del ébola, los misioneros y misioneras siguen siendo en el vivir cotidiano de muchos pueblos, la punta de lanza que permite a miles/millones de pobres, de las tierras más pobres mantener un hilo de esperanza para no despegarse del todo del ritmo del desarrollo que Gobiernos e instituciones públicas del Norte, en connivencia con los suyos propios, les suelen regatear, cuando no directamente escamotear.

Algunos países del Sur parecería que solo existen para el Occidente desarrollado cuando plagas como el ébola o la malaria amenazan a su puerta o cuando vemos repleta la isla de Lampedusa o los continuos escarceos en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla o los cayucos en las playas canarias y/o andaluzas.

Aunque algunos todavía les satiricen con la amalgama de la espada y la cruz, la labor de las organizaciones religiosas, hace ya muchos años que su entrega personal en el continente negro, en América Latina, Asia, Oceanía… es el único camino para evitar que miles de personas tengan que huir de su miseria e inestabilidad. La presencia de estos religiosos/as es la garantía de que algo del desarrollo que aquí disponemos les llegue de forma de escuela, hospital, sanidad, alimento, infraestructuras, trabajo…. algo que al parecer los gobiernos e instituciones públicas son incapaces de hacer en justicia, lo logran realizar de modo solidario este ejercito altruista de hombres y mujeres armados de fe, de ilusión y de ganas de ayudar. Ellos han acudido al origen mismo del problema para tratar de solucionarlo.

Juan Cruz Juaristi: “Más que el ébola mata la malnutrición”

Misionero diocesano durante más de 37 años en Ruanda el zarauztarra Juan Cruz Juaristi mantiene intacto su contacto con el pequeño país centroafricano al ser el delegado de misiones Diocesanas. Juaristi vive con dolor la tragedia que se ceba en Liberia por el ébola y que se extiende como la pólvora por otros países colindantes, “aunque el principal problema de África no es este virus mortal; lo que mata realmente es la malnutrición, la malaria, el dengue y otras dolencias que en nuestro primer mundo serían curables” relata en la pequeña parroquia de Elgueta de la que está al frente desde que retornó en 2001 de su añorada Ruanda. Juaristi fue uno de los cinco misioneros guipuzcoanos que vivió en primera persona, en abril de 1994, uno de los episodios más aberrantes, sanguinarios y atroces de la historia reciente: el genocidio de Ruanda que provocó 800.000 muertes en cinco meses, en el que el 85% de la población hutu exterminó al otro 15% tutsi. “La misión evangelizadora te lleva a ser humanizador; por eso los dos pilares de nuestro trabajo allí, al tiempo que el anuncio del Evangelio, eran la salud y la enseñanza”, se emociona al recordar a sus compañeros Isidro Uzkudun, asesinado en la casa que compartían y a José Ramón Amunarriz, fallecido en un más que dudoso accidente de coche. La última vez que regresó a su querida Ruanda fue hace seis años. “La capital Kigali, tras el genocidio recibió muchas ayudas y se ha desarrollado muchísimo, pero la desigualdad en las zonas rurales sigue acrecentándose en este pequeño país superpoblado”. Ademas, aunque hay una convivencia más estable el odio enraizado entre hutus y tutsis sigue latente. “Veinte años después no se ha producido una reconciliación verdadera”, sentencia.

Carmen Nuin: “Lo peor es el injusto reparto de la riqueza”

Antes de ser destinada a Malabo. la misionera navarra desarrolló durante más de 40 años su trabajo en Chile. “Cuando me dijeron que tenía que partir a África me sentí feliz, porque siempre me he ofrecido para ir a misiones”, dice con su dulce voz la salesiana Carmen Nuin. De Guinea Ecuatorial ha vuelto hace dos meses a su Pamplona natal donde está siendo tratada de leucemia. “Vine para recuperar fuerzas, pero al hacerme una analítica me han detectado leucemia en estado avanzado; sé que me queda poco tiempo de vida”, dice sin perder la sonrisa, pero triste porque sabe que no podrá regresar a la Congregación Salesiana presente en Malabo desde 1988 y donde ha estado los tres últimos años y “donde he sido muy feliz ayudando en el colegio de más de 900 niños; allí entran a los tres años y se les forma hasta que van a la universidad. Es una gozada capacitarlos para que luego saquen adelante a la familia”, se sincera. “Me encantaría volver a Malabo, pero a mis 77 años sería un estorbo”, dice, al tiempo que denuncia que se recuerde a África solo cuando suceden brotes como el ébola. “Lo más grave de los países africanos es la injusta distribución de la riqueza y el saqueo de sus recursos naturales por las grandes potencias y multinacionales”, añade. “¿Cuántos medicamentos podría mandar EE.UU. y Europa a Liberia, y África en general si quisieran y cuánto podrían hacer en el continente negro para que esta gente no tenga que saltar vallas ni viajar en cayucos en busca de una vida digna ”, dice con profundo dolor.

Luis María Gerrikagoitia: “El Congo tiene la desgracia de ser rico”

En enero hará 50 años que el misionero diocesano Luis María Gerrikagoitia pisó con 32 años el Congo donde vivió 25 años. “Vine para quedarme por problemas familiares, pero no podía permanecer aquí; no estaba tranquilo sin echar una mano. En las vacaciones retorno para seguir trabajando en los aspectos educativos que llevamos a cabo allí”, dice este bilbaino al que le sobre alegría, a pesar de la miseria impregnada en su mente de la que no se puede despegar.

Gerrikagoitia acaba de volver de la misión que tienen en la República Democrática del Congo a 400 kilómetros de Lubumbashi, la capital de Katanga, una provincia muy rica en cobre. “Estamos en plena selva; cuando llegamos no había nada. Entre las hermosas cosas que hemos hecho ha sido formar a jóvenes que son una joya, no solo intelectualmente, sino con conocimientos de la vida para superar el temor de la gente sin formación hacia los espíritus fomentado por intereses espurios. El cambio en estos años de labor misionera ha sido radical”, explica satisfecho.

La malaria, la infraalimentación son sin duda males mayores que el ébola. “El Congo tiene la mala suerte de ser uno de los lugares mas ricos del planeta con muchos cuervos dentro y fuera del país: otras zonas africanas no disponen un subsuelo repleto de riqueza y sus dirigentes no tienen la suerte de poder explotarles sin piedad ”, dice indignado Gerrikagoitia.

A este bilbaino “por gracia de Dios” se le parte el alma al ver a los a los jóvenes intentando saltar la valla de Melilla y Ceuta. “Exponen su vida porque no tienen nada que perder. En el Congo, el mayor productor de coltán del mundo ven como las guerrillas en colaboración con los gobiernos de turno les roban sus riquezas delante de sus narices sin poder hacer nada”.

Ignacio Elizari: “El mundo tiene que dejar de robar a África”

El viernes, día de su patrono, Ignacio Elizari el misionero navarro cumplió 75 años. De 1965 al 2000 su vida transcurrió en la República Democrática del Congo. “Voy y vengo porque mantenemos proyectos financiados por el Gobierno de Navarra”, explica desde Noain donde se ubica la Congregación de los Padres Blancos. “Estos días parece que solo existe el ébola en África y se olvida de que la malaria de lo que más gente muere, sobre todo niños”, apunta contundente. “El ébola no es de ahora; existe desde muchísimo tiempo. ¿Qué se ha hecho en investigación para encontrar remedios ? Como se centraba en África, nada”, reconoce.

Elizari trabaja en el noroeste del Congo, al de Uganda y al norte Sudán. “Estamos a unos 2.000 kilómetros de Kinsasa. Ahora no tenemos más que un misionero nuestro, Jesús Jimeno, del Roncal; quedamos cuatro gatos. Lo positivo es que el relevo viene de los misioneros autóctonos”, dice contento, mientras recuerda a sus dos hermanas misioneras, una en Taiwan y la otra en Perú. ¿Por qué no despega África ? “Porque la corrupción es lo más terrorífico; está en el origen de todos los conflictos. Luego los países ricos tendrán que dejar de robarles y, por supuesto, el pueblo tendrá que evitar que sus gobernantes sean unos auténticos sátrapas y explotadores”

Los Padres Blancos cuentan en el Congo con 13 escuelas con 5.000 niños, un hospital y tienen varios proyectos en marcha con Manos Unidas.

Más que religiosos

Más de 2.000 misioneros/as de Euskal Herria. De las tres diócesis de la CAV y de Navarra (laicos y religiosos) están repartidos por el mundo.

En África. Están presentes en 20 países: Benin, República Centro Africana, Argelia, Tanzania, Burkina Faso, Camerún, Egipto, Guinea Ecuatorial, Kenia, Madagascar, Malawi, Marruecos, Mozambique, Angola, Congo, Cabo Verde, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Tchad.

En otros continentes. La labor misionera vasca se extiende a 19 países en América; 7 en Asia y se extiende también en Oceanía.

Motores de África

Están presentes en 41 países africanos y aunque se centran en la formación también cubren las necesidades básicas de los pueblos más desfavorecidos y ayudan en situaciones de emergencia

En los últimos 100 años los integrantes de la Compañía de Jesús han desarrollado una ingente labor en el continente negro, el gran olvidado, con la creación de colegios y universidades.

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