España
Osama y «Princesa», dos rostros de la desesperanza africana
Los dos centros habilitados en Tarifa atienden a 800 de los 1.200 inmigrantes
ABC, , 15-08-2014Adentrarse en las razones que impulsaron a más de un millar de subsaharianos a cruzar en 48 horas el Estrecho es difícil. Contarlos es lo fácil, uno por uno, casi sin mirarlos a los ojos, para poder sobrellevar mejor la situación. Sin embargo, detrás de cada número se esconde una historia, el origen de un camino cuyo destino es una tierra prometida que no se sabe a ciencia cierta si está en Europa o si la encontrarán.
En medio de este maremoto que ha sacudido a la localidad de Tarifa aparecen nombres que conectan directamente con o el lector rompiendo durante unos segundos la distancia que media entre ellos, entre el polideportivo donde esperan para saber qué va a pasar con ellos y el sofá de quien lee esta información.
Es el caso de «Princesa», un bebé de ocho meses cuyos ojos negros y grandes han dado la vuelta al mundo entero. «Nos ha conquistado a todos los voluntarios», cuenta Tamara Almagro. Esta joven voluntaria de Cruz Roja fue la primera que la tuvo en los brazos y reconoce que «me ha costado mucho dejarla cuando la han venido a buscar» para llevarla a una familia de acogida de urgencia. Fue de los primeros menores que aparecieron en el puerto de Tarifa.
«Llegó el martes por la mañana y nada más cogerla la tapé con una manta». Aguardó a que alguien la reclamara pero tan sólo encontró silencio. «Fue la mujer que la traía en brazos quien nos contó que sus padres tuvieron un altercado con los policías marroquíes y se quedaron en tierra». Aun así consiguieron dejar a la niña en la barca. Princesa se ha convertido estos días en el centro de atención de todo el polideportivo. «Los voluntarios nos acercábamos a jugar con ella, todos la queríamos coger en brazos porque ella no paraba de sonreír». Al parecer, y según fuentes de Cruz Roja, la madre de la niña ya habría sido por fin localizada en Marruecos.
La historia de este pequeño bebé de ocho meses va unida a la de Osama, que con 62 años y, por contra, es el más mayor de quienes han sido rescatados durante esta semana. Ha conseguido cruzar el Estrecho en su primer intento. Su historia es la misma que la del resto, dejar su casa ubicada en la capital de Benin, en Cotonú, en busca de una vida mejor. «Allí he dejado a mi familia, a mis cinco hijos y a mis nietos».
A ellos espera ayudar, «confío en poder encontrar un trabajo para poder enviar dinero a casa», resume sin querer ahondar más. Osama ha llegado a Tarifa después de un periplo de cuatro años que le ha llevado a atravesar Níger, Malí, Argelia y Marruecos. En este último país permaneció un año en Tánger esperando su momento de cruzar el Estrecho.
«Todo son historias de superación, de personas que vienen por distintos motivos pero con un objetivo común: mejorar su situación personal y familiar. Para ello emprenden un viaje arriesgado, de muchos kilómetros, de mucha incertidumbre», comenta el coordinador de Cruz Roja en Cádiz, Javier Gil Guerra.
Caras conocidas
No es fácil escuchar las historias que se esconden tras este viaje precario a través del mar. El idioma es una barrera ya de por sí. Cruz Roja dispone de varios voluntarios que trabajan como intérpretes. «La mayoría habla en francés y muy pocos en inglés», cuenta Laura de la Pascua. Tampoco hay tiempo para mucho más.
En el puesto médico en el que trabaja Laura como enfermera «hablan poco». «Guardan silencio mientras les hacemos el reconocimiento médico y las curas». En general «han venido todos en buen estado de salud», cuenta, «quizás alguna herida provocada por quemadura o por pisar las rocas, muy pocos casos de hipotermia».
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