ANÁLISIS
España, único amigo de Marruecos
El Mundo, , 14-08-2014Cuando a principios de año se acentuó la presión migratoria sobre Ceuta y Melilla, el portavoz del Gobierno marroquí, Mustafa el Khalfi, explicó que era achacable al blindaje de sus costas logrado por Marruecos y aseguró que el número de inmigrantes irregulares que habían llegado a las costas andaluzas procedentes de Marruecos cayó en pocos años en un 95%.
Otros miembros del Ejecutivo marroquí se comparaban con Libia, donde la llamada Primavera Árabe se truncó, sumiendo al país en el caos –en el primer semestre del año, zarparon de sus costas 64.000 inmigrantes rumbo a Italia–. Sin embargo, en Marruecos, el rey Mohamed VI había emprendido reformas sin desestabilizar al país.
Un solo día, el martes 12 de agosto, ha dado al traste con esas aseveraciones. Procedentes de Marruecos, 920 inmigrantes alcanzaron las costas andaluzas a bordo de 94 embarcaciones, en su mayoría lanchas hinchables, y otros 80 lograron saltar la valla de Melilla.
Veinticuatro horas después del desembarco del martes, el ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, achacó lo ocurrido a «disfunciones que han podido suceder», sin aclarar en qué consistían. Aseguró además, sin explicar cómo, que «serán corregidas muy rápido».
Las disfunciones son de tal calibre que en un solo día han llegado a Andalucía y Melilla desde Marruecos 10 veces más inmigrantes irregulares que los 104 que alcanzaron en 2013 las costas de Canarias procedentes de Mauritania.
«Cuando zarpan tantas embarcaciones, desde tantos puntos diferentes y durante tantas horas en un mismo día, no puede tratarse de meras disfunciones; hay algo más», asegura una fuente que colabora con las fuerzas de seguridad españolas.
Hay que remontarse a 2001 para encontrar una oleada migratoria de proporciones similares. El penúltimo fin de semana de agosto, llegaron a las costas andaluzas unos 800 inmigrantes , en su mayoría marroquíes. El entonces ministro de Exteriores, Josep Piqué, convocó al embajador de Marruecos, pero ahora Interior ha apostado por el apaciguamiento.
Rabat ha tenido, sin embargo, estos últimos tiempos otros dos gestos poco amigables con su vecino español. El martes rehusaron, por primera vez desde hace meses, readmitir a los subsaharianos encaramados en la valla de Melilla.
Hace un mes, el rey Mohamed VI acogió a Felipe VI en Rabat, anunciándole que había firmado el acuerdo de pesca con la Unión Europea, pendiente de rúbrica desde febrero, del que se beneficiarían 126 barcos, en su mayoría españoles. Aun así, sigue sin entrar en vigor y los últimos rumores apuntan a que no lo hará hasta septiembre.
La visita del Monarca español a Rabat reveló la excelente relación bilateral entre ambos países. Era tan buena que, con discreción, las Fuerzas Armadas de Marruecos levantaron alrededor de Melilla su propia valla, que se añade a la doble verja del lado español, para proteger de la inmigración a una ciudad que reivindican como suya.
De todos sus vecinos, el único con el que Marruecos tiene ahora una relación cordial es España. Con Argelia sigue peleado, con Mauritania la relación es tensa, como lo es también con Francia desde que en febrero la policía judicial se presentó en la residencia del embajador marroquí en París para llevar ante un juez a Abdellatif Hammouchi, director de la DST (policía política).
¿Va a arriesgarse ahora Marruecos a enfrentarse con el único amigo que le queda en el vecindario? Rabat tiene motivos de descontento con España que no expresa públicamente. Teme perder su influencia sobre los musulmanes en Melilla. Por primera vez no se rezó allí por Mohamed VI, en julio, al final del Ramadán. El PP, que gobierna Melilla, y Coalición por Melilla, el partido musulmán de la oposición, han sellado un pacto social que aleja al islam local de Marruecos.
En el país alauí, donde la Justicia no es independiente, resulta difícil de comprender que un juez de Melilla haya abierto diligencias este mes para averiguar si en junio la Guardia Civil y los antidisturbios marroquíes se excedieron con los inmigrantes . El magistrado ha enviado una comisión rogatoria a Rabat para que identifique a un agente que propinó una paliza a un subsahariano.
Por mucho que todo esto disguste a Rabat, es peccata minuta comparado con los réditos que puede sacar de la relación con España, sobre todo en el asunto que más le preocupa: el Sáhara Occidental. De ahí que, probablemente, las disfunciones se subsanen pronto.
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