La acogida de los inmigrantes que llegan en patera, paso a paso

La Vanguardia, Twitter , 14-08-2014

Tarifa andaba sumergida en uno de los mejores veranos turísticos cuando la inmigración ha vuelto a llamar a su puerta, y esta vez con fuerza. Más de un millar de subsaharianos han sido rescatado en menos de 36 horas en aguas del Estrecho, un número que ha puesto a prueba la capacidad de los servicios de asistencia y emergencia. La acogida a los recién llegados consta de diversos pasos, en los que intervienen entidades sociales, voluntarios, médicos, policías y Administración.

En Cruz Roja, la encargada de coordinar el dispositivo de emergencias, han redoblado esfuerzos. “El primer día contábamos con 49 voluntarios pero ya son 60 los que se han sumado al operativo. Han venido de toda la provincia para ayudar”, cuenta uno de los portavoces de la organización.

Es necesario hacer turnos, tanto en el puerto de Tarifa, a dónde llegan, como en los dos pabellones polideportivos en los que aguardan antes de ser trasladados.

El dispositivo se activa con una llamada. La que se recibe en el departamento de tráfico de la Guardia Civil procedente de las embarcaciones una vez que han alcanzado aguas españolas. Es entonces cuando las embarcaciones de Salvamento Marítimo se hacen a la mar en su búsqueda. “A veces no sé ni cómo las localizamos”, cuenta uno de los trabajadores de este departamento, que prefiere quedarse en el anonimato. Ha participado en uno de los últimos turnos de noche. “No había amanecido y ya sabíamos que había cinco o seis embarcaciones esperando a ser rescatadas. No sé ni como lo conseguimos a veces, porque vamos sin luz, tan sólo ayudados por el eco del radar”.

Una vez embarcados en las salvamar de Salvamento Marítimo son llevados al puerto. Allí, la imagen que ofrece el centenar de inmigrantes que viajan a bordo de cada embarcación contrasta con la de los turistas bajando de los ferrys. Algunos curiosos aprovechan para hacer fotografías tras la valla que rodea el puerto. “¡Bienvenidos a España!”, se escucha decir a alguno.

Desde la barca, la sonrisa es el gesto más compartido. Brazos levantados en señal de victoria, palmadas en la espalda y algún que otro baile esporádico para celebrar que han llegado a España. Es entonces cuando los brazos cruzados de los agentes de distintos cuerpos que participan en el operativo (Guardia Civil, Cruz Roja y Policía) se ponen a trabajar.

“Normalmente son atendidos aquí para hacerles el reconocimiento médico, pero ante la avalancha que hemos registrado hemos preferido hacerlo en los pabellones deportivos”, argumenta. Apenas pasarán dos minutos en el puerto de Tarifa, en seguida son traslados a los polideportivos.

Una vez allí y tras pasar el reconocimiento médico son divididos en pequeños grupos. Los hombres por un lado y las mujeres y los niños por otro. Aguardan y esperan mientras buscan caras conocidas entre los grupos que van llegando. Llegan los saludos, los brazos de nuevo en alto y los símbolos de victoria.

El personal de acogida también intenta proceder a la identificación de los recién llegados, algo realmente difícil porque no portan documentación y ellos no facilitan información alguna para no ser repatriados. Si las autoridades españolas no saben a dónde devolverlos no pueden iniciar el procedimiento.

Es aquí cuando comienza otro proceso, quizá tan duro como la travesía. Es la espera para saber qué va a pasar. Desde la Asociación Pro Derechos Humanos (APDHA), el asesor jurídico Diego Bouza aventura dos opciones: “Con la nueva ley de Extrajenría pueden ser deportados en 72 horas, pero también pueden pedir asilo, aunque esto es más complicado”.

Lo que sí garantizan es que su camino apenas ha comenzado al llegar a España. “La gran mayoría busca llegar a Europa, pero España se convierte en un sitio obligado de paso”.

Pocos se atreven a dar una razón concreta que explique esta oleada de inmigrantes , la mayor desde los años fuertes de la inmigración ilegal de 2005 o 2006. En pequeños corros se habla de una relajación de la policía marroquí. “Puede que Marruecos quiera hacer presión para conseguir algo”, cuenta Bouza, “lo veremos en un par de semanas”.

Tras dos días intensos de rescates, la situación se ha calmado y son pocas las embarcaciones hinchables que han cruzado el Estrecho. Se ha calmado hasta que una nueva llegada devuelva a la pequeña localidad de Tarifa a la realidad.

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