Las pateras vuelven al Estrecho tras el blindaje de Melilla
El País, , 12-08-2014Las fuerzas migratorias que se tapan por un lado siempre acaban saliendo por otro. Es, al menos, lo que está ocurriendo este verano en el sur de España. Los guardias que vigilan las fronteras creen que las mafias vuelven a usar con asiduidad la ruta del Estrecho tras el blindaje de la valla de Melilla. Sospechan que la instalación de la malla antitrepa y la implicación de Marruecos han redirigido las salidas de pateras al noreste del país vecino, desde donde ayer se produjo una de las oleadas más numerosas de los últimos años. Al menos 299 subsaharianos llegaron en un solo día a las costas andaluzas a bordo de 31 embarcaciones.
«Como se ha dificultado la entrada en Melilla, al refozarse la valla, los inmigrantes están utilizando otra vez la ruta del Estrecho, que dejó de usarse masivamente cuando se instaló el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (Sive)», explica a este diario una fuente policial.
El viernes pasado, un grupo de 200 inmigrantes trató de saltar la valla de Melilla y ninguno lo consiguió. Poco antes, el 25 de julio, Marruecos evitó la entrada de otros 400 sin papeles. Ayer, Salvamento Marítimo rescató a al menos 299 subsaharianos en 31 pateras y los llevó al puerto de Tarifa (Cádiz), según los datos facilitados al cierre de esta edición. Entre los pasajeros había 42 mujeres (al menos una embarazada, que fue trasladada al hospital) y cuatro menores de edad (uno de ellos, bebé).
«No recordamos una cosa igual desde 2010», apuntan fuentes del Instituto Armado, que vaticinan más llegadas en los próximos días. ¿Qué ha ocurrido? La explicación oficial del Ministerio del Interior es que el mar está muy tranquilo y las condiciones meteorológicas son buenas para la navegación. Fuentes del Departamento dicen que sus expertos no han hecho aún un diagnóstico de esta oleada, pero admiten que, «por los primeros datos, se sabe que las mallas antitrepa están funcionando muy bien como factor disuasorio» y no niegan que «la colaboración con Marruecos es ejemplar».
Los agentes reconocen que el acceso a Melilla se ha visto «fuertemente reducido» desde la instalación, el mes pasado, de la malla antitrepa, que impide a los que se acercan a ella introducir los dedos en la valla. A pesar de que los inmigrantes ya han inventado un artilugio con garfios que, colocados en las manos y en los pies, les permiten moverse por la red, sólo unos pocos logran sortear las tres alambradas.
Además, Marruecos está ultimando la instalación en su territorio de una cuarta valla, rematada por una concertina, así como la construcción de un foso. Y un último obstáculo: «Hay muchos más gendarmes marroquíes que antes desplegados a lo largo de la frontera y eso dificulta la entrada», añaden fuentes de la Guardia Civil en Melilla.
¿Y en Ceuta? Las fuentes consultadas sostienen que allí ocurre algo bien distinto. Aseguran que son los propios gendarmes marroquíes los que, durante la noche de anteayer, «abrieron la mano e hicieron la vista gorda respecto a la salida de las pateras para descongestionar la presión migratoria que había en la zona». Añaden que el objetivo de Rabat es que la inmigración se desplace más al noreste del país, en la zona cercana a Tánger, para dejar que el Rey Mohamed VI disfrute tranquilo de sus vacaciones en M’diq, a pocos kilómetros al sur de Ceuta.
Las mismas fuentes explican que, en la última semana, las mafias utilizan un modus operandi que hacía años que no se empleaba: trasladan a los subsaharianos, uno a uno, a bordo de lanchas acuáticas. Cuando los guardias civiles se dan cuenta, los inmigrantes ya están en playa española. Por este sistema han entrado ya ocho personas que han pagado en torno a 4.000 euros por viaje.
El precio es muy superior a los 100 euros que cuesta saltar la valla. A cambio, las pateras del Estrecho rondan los 2.500 o 3.000 euros por persona, según las últimas estimaciones policiales. Los inmigrantes pagan mucho más por ser llevados a las costas andaluzas porque allí es más difícil que sean devueltos en caliente a Marruecos y tienen más posibilidades de quedarse en España.
Otra novedad de esta oleada es que las embarcaciones son más pequeñas –la mayoría son lanchas de juguete–, lo que les permite, al tener apenas una decena de pasajeros, avanzar más rápido y de forma más segura. Algunas de las barcas, sin embargo, iban ayer a la deriva.
>Análisis de Andrés Mellado.
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