La visita del rey Felipe VI a nuestro vecino del sur y el recibimiento que le ha dispensado el rey Mohamed VI suscitan unas consideraciones de interés estratégico, porque implican importantes consecuencias para los españoles en general y para los gallegos en particular. Primero, las buenas relaciones con Marruecos son básicas para la seguridad y estabilidad de la región del Estrecho que comparten las dos naciones, pero que concentran el interés internacional, pues afecta a un tráfico marítimo de unos 10.000 barcos por año. Por otro lado, desde el punto de vista estratégico, allí se despliega uno de los vectores de la defensa antimisiles europea (Rota).

Marruecos también ofrece un espacio de cooperación industrial que aprovechan varios cientos de empresas españolas. Es así que la seguridad marroquí afecta a nuestra prosperidad. Además, la creciente amenaza integrista islámica en el Sahel lo es para el Magreb, pero también para el sur de Europa. Por último, y no menos importante, están las aguas con los importantes caladeros que controla Marruecos y que son de importancia vital para cientos de pescadores gallegos que faenan en aquella zona.

Durante la visita real se notificó al rey de España que por fin se había firmado el permiso de pesca con la Unión Europea y que se abrían los caladeros a los pesqueros españoles. La pesca y la inmigración africana son dos importantes bazas de la política exterior marroquí.