a ver que yo me aclare. Un informe muy riguroso hecho por el Gobierno de Navarra sobre la población inmigrante concluye que las relaciones entre la población autóctona e inmigrante son de “coexistencia, respetuosas y con escasez de conflictos”. Estas conclusiones y las cifras, que muestra bien a las claras que en la Ribera los inmigrantes suponen el doble de porcentaje que hay en otras merindades, fueron expuestos por el consejero Alli. Este mismo consejero estuvo presente en Cintruénigo en la presentación de un estudio que buscaba avanzar datos para este mismo estudio. En las conclusiones que se ofrecieron, y en las que estaba presente el mismo consejero Alli, los técnicos que habían realizado el estudio calificaron de “hostil” la coexistencia entre inmigrantes y autóctonos pese a que “no hay grandes conflictos”. Esta convivencia la simbolizaron con la existencia de “expresiones latentes” lo que propiciaba un abismo entre “nosotros” y “ellos”. Además apuntaron que el ámbito laboral y el espacio educativo son los ejes sobre los que se ha de asentar la integración social, si bien añadieron que en los tiempos de crisis “aumenta la competencia entre autóctonos e inmigrados” y que el uso de los servicios municipales o autonómicos por la población inmigrada “es percibido como un abuso”, produciéndose algunas actitudes de discriminación y rechazo hacia la población inmigrante. Dando por sentado que estas últimas actitudes forman parte del argumentario xenófobo y que es falso que usen más los servicios municipales, algo que acredita el propio estudio, ¿cómo venden desde el Gobierno de Navarra que la coexistencia es respetuosa y que hay escasez de conflictos conociendo las conclusiones de Cintruénigo? El análisis del estudio realizado en Cintruénigo es demasiado preocupante y real en muchas zonas de la Ribera como para que se meta debajo de una alfombra y nadie le preste atención. El pasado mes de mayo se presentó este estudio en Cintruénigo y un mes después aparece el balance general de Navarra basado, en buena medida, en estudios similares realizados en Larraga y en Falces. Si al menos uno de tres ofrece estas conclusiones preocupantes, ¿cómo es posible que el resumen general sea de “coexistencia respetuosa”? Descubierto el problema conviene solucionarlo y dotar para ello de más medios y recursos a los colegios y ayuntamientos riberos.