Las rencillas domésticas de la política belga han terminado por decantar la balanza en la nueva Eurocámara. El grupo de los Conservadores y Reformistas (ECR), liderados por los tories británicos del primer ministro David Cameron, han dado un nuevo vuelco a su configuración y se alzan por primera vez como tercera fuerza del hemiciclo, con 68 escaños, tras populares (221) y socialdemócratas (191). Por el camino han adelantado al grupo de los liberales (ALDE) encabezados por el belga Guy Verhofstadt, quienes se quedan un escaño por debajo a solo tres días de que termine el plazo para cerrar los grupos. La clave de la contienda entre ambas familias la han tenido los separatistas flamencos de la N – VA.

Su líder, Bart de Wever, navegaba estas semanas entre dos aguas. Ideológicamente está más cerca de los liberales pero su acérrima enemistad con Verhofstadt, rival político en Bélgica, fue determinante a la hora de girar el timón rumbo al ECR. Una maniobra que afianza a las fuerzas euroescépticas en la Eurocámara y «humilla», según la prensa belga, al exprimer ministro de Bélgica, quien tendió inicialmente la mano a su contrincante.

La sorpresa es mayúscula teniendo en cuenta que el euroescepticismo y las proclamas antifederalistas, señas de identidad del ECR, no son compartidas por los de de Wever, quienes hablan incluso de confederalismo para la región de Flandes y de una mayor integración en la Unión Europea: «Si los partidos que componen los conservadores y reformistas europeos toman posiciones que no compartimos, nos distanciaremos sin ninguna duda de ella», aclararon a través de un comunicado. La posición de los conservadores británicos favorables al referendo sobre la independencia de Escocia sirvió como justificación para explicar la entrada de la N – VA en la familia de los tories.

En el ECR se incluyen otros partidos como los alemanes antieuro del AfD (7 escaños) o los ganadores de los comicios en Polonia, los ultraconservadores del PiS (19 escaños) que igualan a los propios tories, fundadores del grupo tras las elecciones del 2009. En sus filas también ha recalado buena parte de la ultraderecha nórdica (finlandeses y daneses).

La necesidad de ganar presencia e influencia en la Eurocámara formando familias políticas está dando lugar a extraños compañeros de cama, especialmente entre los liberales, donde van de la mano grupos como UPyD y PNV, con visiones radicalmente opuestas sobre la autodeterminación. Nadie quiere quedarse aislado y perder peso político.

Afortunadamente para Jean – Claude Juncker, conservador y principal candidato a la presidencia de la Comisión Europea, el partido de David Cameron no tiene suficiente apoyo en la Eurocámara para tumbar su eventual candidatura. Si los líderes de la UE finalmente se decantan por él, los votos ya comprometidos de los populares y socialistas en el Parlamento europeo serían suficientes para alcanzar la mayoría necesaria para ser investido (376 votos).

Sin embargo, el ascenso del ECR, enciende el debate sobre la necesidad de revisar y reformar la participación de algunos países en la Unión y envalentona al líder británico en las negociaciones con sus socios europeos. Cameron exige desechar a Juncker y cambiar el estatus del Reino Unido en la UE devolviendo competencias a las autoridades nacionales. De lo contrario, amenaza con una fractura interna que todos quieren evitar.