Las viejas alquerías de Malilla vuelven a tener habitantes, según denunciaron los vecinos, que lamentaron también el estado de abandono del entorno del barrio. En concreto, del espacio conocido como parque sur de Malilla, un proyecto que vio la luz en 1978 y «que sigue guardado en un cajón», como recordó Ramón Toral, uno de los colaboradores de la asociación de vecinos de Malilla.

Prácticamente ninguno de los inmuebles que conforman los distintos grupos de alquerías dispersadas por Malilla está vacío. En total, son cerca de 200 las personas que viven ilegalmente en estas alquerías, según los cálculos de los vecinos.

Uno de los ejemplos más llamativos es el de las tres casas antiguas conocidas como Casa Caracol, Forn de Solà y La Peregrina que en septiembre del año pasado ya fueron desalojadas por la Policía Local y por la Policía Nacional. Ahora hay un nuevo asentamiento ilegal, compuesto en su mayoría por inmigrantes de nacionalidad rumana.

Pero una de las ocupaciones que más preocupa a los vecinos es la de Casas del Salat, a espaldas de la calle Joaquín Benlloch y muy próximas al colegio Pablo Neruda, ya que hay mucha basura y escombros acumulados en los alrededores y en el camino por el que transitan a diario los menores.

Al listado hay que añadir los inmuebles de la entrada de Sant Pau y de Casas de Masena y Casas Palomo y Picó. Se suma la nave que perteneció a Cafeteras Emilio Puchades, que sufrió un incendio tras ser desalojada el pasado abril y la propiedad ha decidido demolerla, aunque los escombros siguen pendientes de recogida.

En el caso de los ocupantes de las alquerías desalojadas el año pasado, fuentes de la Concejalía de Bienestar Social confirmaron que tiene constancia de su presencia. Por ello, el equipo de intervención de Servicios Sociales «está actuando sobre el terreno para averiguar las circunstancias de cada uno de los núcleos familiares que residen e informarles de ayudas y obligaciones con los menores». Asimismo, se ha avisado al centro de servicios sociales de Quatre Carreres.