La ‘antieuropa’ exhibe músculo

La alianza euroescéptica comparece unida en Bruselas tras el triunfo de Le Pen «Vamos a crear un grupo propio que cambie la historia de la Unión», advierte Wilders

El Mundo, JAVIER G. GALLEGO / Bruselas Corresponsal, 29-05-2014

El frente antieuropeo de la líder de
extrema derecha francesa, Marine
Le Pen, hizo ayer una demostración
de fuerza en la Eurocámara con la
presentación en sociedad de la
Alianza Europea por la Libertad, el
nuevo grupo parlamentario que pretende
constituir y que se define como
«la auténtica oposición a las
fuerzas proeuropeas».
Pero lo cierto es que al margen de
sus mensajes contrarios a una mayor
integración europea y sus arengas
nacionalistas, Le Pen y el resto de líderes
que la acompañaron en la multitudinaria
rueda de prensa sólo consiguieron
despertar algunas dudas
sobre la capacidad para reunir la representación
mínima exigida de siete
Estados miembros. Le Pen confía
en que las negociaciones que va a
llevar a cabo las próximas dos semanas
le permitirá reunir a las dos fuerzas
que ahora mismo le faltan. «Tenemos
una base extremadamente
sólida de 38 diputados y constatamos
que las combinaciones posibles
son considerables, lo que nos hace
muy optimistas», dijo.
El islamófobo holandés, Geert
Wilders, destacó que serán capaces
de «crear un grupo propio que cambie
la historia de la Unión» desmontando
el avance federalista. «La demonización
que han hecho de nosotros
el resto de partidos políticos y
los medios de comunicación no ha
tenido efecto. Estamos construyendo
un grupo que luchará por la soberanía
nacional y contra los partidos
europeos, que están sobrerrepresentados
», añadió el presidente
del PVV, el gran aliado de Le Pen durante
la campaña electoral.
Junto a ellos dos, los representantes
del FPÖ austriaco, la Liga Norte
italiana y el Vlaams Belang belga
escenificaron el surgimiento de una
alternativa política que quiere boicotear
cualquier avance de la UE.
«Describiría a este grupo como un
conjunto de partidos que lucha por
recuperar la soberanía nacional»,
apuntó el holandés. «Lucharemos
por la coexistencia de naciones europeas
y nos aseguraremos de que
podemos devolver los poderes que
corresponden a los países frente a
la creación de un superestado europeo
al que sacaremos del mapa»,
apuntó Gerolf Annemans, del
Vlaams Belang.
Las ideas generales que comparten
estos cinco países se resumen
en una repatriación de competencias
como la inmigración o la Justicia
hacia los Estados miembros, el
fin del euro como moneda única y
la autonomía política, fiscal y bancaria
de las naciones europeas. Son
planteamientos que provocan temor
en Bruselas porque amenazan
con echar por tierra los avances
que ha dado el proyecto comunitario
durante las últimas décadas.
La estrategia no es muy diferente
a la del líder del Partido por la Independencia
británico (Ukip), Nigel
Farage, quien también trabaja
estos días para buscar partidos que
se sumen a su grupo Europa por la
Libertad y la Democracia, también
de corte euroescéptico. Le Pen reiteró
ayer que no va a negociar con
Farage aunque sí admitió que «podrían
crear un frente común para
luchar contra los aspectos más nefastos
de la UE».
Las opciones para la líder radical
francesa no son muy numerosas teniendo
en cuenta que compite con
Farage para atraer a los pocos partidos
que aún no han decidido en
qué grupo alistarse. Sus opciones
más probables son los Demócratas
Suecos y el KNP polaco, aunque éstos
también podrían acabar en el
bando de Ukip. Las conversaciones
durante el próximo mes de junio
serán decisivas, ya que la primera
sesión plenaria del Parlamento Europeo
será la primera semana de
julio y para entonces ya deberían
estar formadas las alianzas.
La creación de un grupo parlamentario
supone algo más que un
símbolo. Le Pen, Wilders y compañía
obtendrían más presencia y minutos
en los grandes debates, accederían
a más puestos en las comisiones
parlamentarias (donde se
lleva a cabo la mayor parte del trabajo
legislativo) y, sobre todo, obtendrían
cuantiosos fondos del presupuesto
europeo para financiar
sus actividades. Los cálculos iniciales
apuntan a que podrían recibir
en torno a dos millones y medio de
euros al año.
A cualquiera que se le pregunte
estos días en Bruselas por el verdadero
poder que puede ejercer este
nuevo grupo responderá que su influencia
en el Parlamento Europeo

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