Los ‘impresentables’, al poder
La victoria de los nacionalistas daneses acaba con el bipartidismo clásico en el país
El Mundo, , 27-05-2014Una sonada borrachera en un restaurante del Tívoli, el parque de atracciones de Copenhague, estuvo en 2007 a punto de acabar con la carrera de Morten Messerschmidt, el candidato más votado en las elecciones europeas en Dinamarca. «Saludó brazo en alto y cantó canciones nazis», tituló en portada al día siguiente el tabloide BT. El compungido Messerschmidt, entonces jovencísimo diputado en el Parlamento danés, pidió disculpas, salió del nacionalista Partido Popular Danés (DF) –«para no perjudicarle»– y anunció que abandonaba la política.
Algo, sin embargo, no le encajaba: «Es cierto que no me acuerdo de lo que pasó, pero también que no conozco ninguna canción nazi». Días más tarde, varios testigos desmintieron la historia del diario, que acabaría despidiendo a su director e indemnizando al político por injurias. El domingo, el DF consiguió un hito histórico al impedir que los grandes partidos clásicos fuesen los más votados. Los nacionalistas lograron un 26,7% del voto, 7,6 puntos más que los socialdemócratas de la primera ministra Helle Thorning-Schmidt y 10 más que los liberales.
Messerschmidt, de 33 años, no fue sólo el candidato más votado, sino que superó el récord total de votos personales establecido por el antiguo primer ministro socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen en las legislativas de 2004. Nyrup, precisamente, fue quien, refiriéndose al DF, pronunció en el Parlamento en 1999 la famosa frase: «Seréis siempre unos impresentables».
Eran los tiempos en que los nacionalistas eran los parias de la política danesa por su clara postura antiinmigración. A su éxito europeo, 15 años después, se unen cifras espectaculares en los sondeos para las legislativas de 2015, que parecen augurar una presencia inevitable en un gobierno en coalición con los liberales. La clave de su ascenso obedece sobre todo a que el DF ha sabido despojarse del cartel de partido monotemático. Sigue abogando por una política de inmigración muy estricta, pero se presenta también como el gran defensor del Estado del bienestar, sobre todo frente a lo que percibe como injerencias de la UE, que ante el malestar de una gran mayoría de daneses impone por ejemplo que los extranjeros comunitarios tengan acceso a determinadas prestaciones sociales nada más llegar al país.
Tan convincentes resultan los nacionalistas en su nuevo papel, que tanto los socialistas, socios gubernamentales de Thorning, como la extrema izquierda recomiendan a la primera ministra que pacte sus reformas laborales con ellos en lugar de con los liberales.
Los socialistas aseguran ahora incluso que comparten «muchos valores» con el DF. Algo totalmente impensable en aquellos días en que, ellos también, los tenían por unos impresentables sin remedio.
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