Estereotipos en la serie @ElPrincipe_tv: "Sospechar de todo lo musulmán"

El Periodico, Yasmina Al Ouati (Dietzenbach, Alemania), 16-05-2014

La serie El Príncipe tiene un repertorio de actores excelente y una temática atractiva. La historia trata del barrio El Príncipe, una zona conflictiva cercana a la frontera marroquí, donde hay todo tipo de corrupción, desde la colaboración de la policía con traficantes de droga hasta asesinatos y peleas donde nadie puede intervenir. Todo esto acabará con la llegada a la comisaría del barrio de Morey, un infiltrado del CNI. Como musulmana nacida en Marruecos y educada en Catalunya, mi opinión sobre esta serie no es positiva.
Creo que la serie muestra que los verdaderos yihadistas, radicales y terroristas son, según el creador de la serie, aquellos musulmanes que aparentan ser liberales y de mente abierta. Es decir, los verdaderos terroristas somos –sí, somos, yo incluida– aquellos que queremos colaborar en formar una sociedad inclusiva, a mejorar la inclusión de los recién llegados y a otras personas, a aquel que lo necesite. Según la serie El Príncipe, el radical islamista es el profesor de informática del centro cívico (Omar), aquel que siempre se está peleando con los imanes, aquel que no acepta las leyes musulmanas, aquel que culpa a la mezquita de lavar el cerebro a los jóvenes, aquel que ante quienes no son musulmanes es un liberal que solo quiere vivir su vida tranquilamente, pero que en casa solamente escucha y lee el Corán, se pasa el día rezando y pensando en qué joven reclutar para la próxima misión contra los infieles.
Otro tipo de musulmán terrorista es el joven marroquí policía (Hakim), integrado completamente con sus compañeros no creyentes, come cerdo, bebe cerveza y es pareja de una compañera policía no musulmana, pero resulta que es el infiltrado de los yihadistas en la comisaría. Es él, y no otro, el que robaba armas y se las proporcionaba a la célula terrorista.
Otro ejemplo es el prometido de Fatima (Khaled), un chico serio, preocupado por su futura esposa, siempre dispuesto a ayudar a la policía en todo, de mente abierta y muy crítico con las ideas de los radicales islamistas. En realidad, él es el jefe de la célula yihadista. Y, así, poco a poco vamos encontrando más radicales infiltrados en todas partes, el camarero de un bar, familiares, etcétera.
El mensaje que esta serie nos quiere hacer llegar es: no hay que fiarse de ningún musulmán porque los peores no son aquellos que tienen barba y visten de largo, no señores, los peores son aquellos que están entre nosotros, aquellos que trabajan cara al público, aquellos que conviven con nosotros, aquellos que van con nosotros a la universidad, que trabajan con nosotros. No hay que confiar nunca en un musulmán y mucho menos en aquellos que hacen ver que tienen una mente abierta, aquellos que aparentan ser liberales, no se debe confiar ni en el vecino, nunca se sabe, tal vez tiene toda una habitación llena con explosivos y vídeos sobre cómo matar infieles como si fueran moscas .
Mi mensaje es totalmente diferente, y lo sintetizo en una frase que creo que puede llegar a decirlo todo: Gente buena y gente mala la hay en todas partes, y no depende de la religión que practiquen.

@yas3694

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