El castigo al Gobierno de coalición aúpa al independentismo flamenco

La Voz de Galicia, , 15-05-2014

Si existe un país en la UE donde es complicado hacer vaticinios electorales, ese es Bélgica. Con casi 11 millones de habitantes, sus electores tienen la obligación de votar a alguno de los más de 19 partidos que concurren a las europeas. Algunos defendiendo las aspiraciones de la población flamenca del norte y otros las del sur francófono.

Por si fuera poco, los belgas tienen otras dos citas el 25 – M: elecciones federales y regionales. Es bien conocida la dificultad que tienen para formar Gobierno. La última vez tardaron más de 500 días.

Los sondeos de PollWatch han intentado arrojar luz sobre el polvorín político que se puede formar teniendo en cuenta que aún se desconoce en qué grupo parlamentario se integrará el partido que encabeza la lista en intención de voto, el independentista flamenco N – VA. En esta última legislatura acudieron con los Verdes pero su líder, Bart de Wever, sopesa aliarse con los reformistas (ECR) o con los liberales (ALDE), más coincidentes con su línea ideológica de centroderecha.

El N – VA se erige en los sondeos como el gran triunfador electoral. De ocupar un solo escaño en la Eurocámara podría pasar a cuatro. A simple vista no parece un gran éxito sabiendo que Bélgica elige a 21 eurodiputados, pero a esos asiento aspiran al menos doce partidos.

Las elecciones europeas en Bélgica se juegan en clave nacional. El tirón que está teniendo Bart de Wever entre los electores se debe al desgaste que han sufrido los partidos que gobiernan en coalición (liberales, democristianos y socialistas). Parte de los votos de liberales y democristianos flamencos, que se sitúan segundos y terceros en los sondeos tras perder sendos escaños, han ido a parar al separatista N – VA y al Partido del Trabajo, de la izquierda radical. Los socialistas, con el primer ministro Elio di Rupo al frente, amortiguan el golpe de castigo y mantienen sus tres escaños, gracias a las simpatías del sur francófono, que los sitúan como cuarta fuerza en el país.

Flamencos y valones

Pese a las reformas del Estado emprendidas en los dos últimos años, el idioma, las diferencias culturales y sobre todo, las diferencias socioeconómicas, siguen pesando sobre el voto de los 6 millones de neerlandófonos que abrigan esperanzadas de mejora con el programa de Bart de Wever. Su partido quiere desembarazarse de la carga que suponen para los flamencos las transferencias fiscales a las regiones francófonas más deprimidas del sur de Valonia.

La N – VA también ha atraído parte del voto de la ultraderecha con sus propuestas de poner coto a la inmigración y de endurecer los criterios en la concesión de ayudas a la integración, aplacando las aspiraciones del partido fetiche de esa parte del electorado, el Vlaams Belang.

La formación xenófoba no consigue convencer con sus proclamas antiinmigración en un país donde un alto porcentaje de los ciudadanos son extranjeros o tienen sus orígenes fuera de las fronteras belgas. Se estima que perderán un escaño de los dos que conservaba y que unirá sus fuerzas con Geert Wilders y Marine Le Pen.

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