El Litri, una apuesta por la integración gitana

José Luis Jiménez, vendedor ambulante desde hace 40 años, combate los tópicos del mundo gitano Vicepresidente de la Asociación La Majarí, realiza programas para ayudar a los jóvenes de su etnia

Diario de Noticias, idoia de carlos, 13-05-2014

PAMPLONA. Más conocido como El Litri, José Luis Jiménez Jiménez se dedica a la venta ambulante de ropa desde hace más de 40 años. Comenzó con su padre a los 14, y con 57 cuenta con su propio puesto en el mercadillo que todos los domingos se celebra en el polígono de Landaben.

Vicepresidente de la Asociación Gitana de Navarra La Majarí, habla sin tapujos de la crisis económica, la evolución de la cultura y la figura de la mujer gitana, y los estereotipos que rodean a este colectivo, que engloba a cerca de 8.000 personas en la Comunidad Foral. Casado, con tres hijos y cuatro nietos, afirma sentirse “totalmente integrado” en la sociedad. José Luis fue uno de los impulsores del actual rastro de Landaben, en el que en la actualidad se pueden encontrar más de 180 puestos de alimentación o artículos textiles. Según recuerda, empezó a acudir en 1975 con la asociación de vecinos de la Chantrea (su mujer es natural del barrio), cuando solo había “cinco puestos, y de trueque”.

En su opinión, y al contrario de lo que pueda parecer, la crisis afecta de forma negativa a la venta ambulante, y aunque en ella se puedan adquirir productos más baratos, desde hace unos años cada vez menos personas acuden a los populares rastros. “Hay muchos puestos vacíos y ha decaído la gente que viene los domingos. Si estás cobrando la renta básica o no estás cobrando nada, sólo tienes para patatas y huevos, así que no compras ropa o productos que no sean de primera necesidad, ni siquiera en el mercadillo”, señala.

Durante la semana, viaja también a los mercados de Rentería, Ordizia o Irún, e indica que domina el euskera para desenvolverse en estos trabajos. Antes regentaba el establecimiento de ropa Pasión Woman, en la calle Amaya, pero tuvo que cerrar cuando llegaron los tiempos difíciles. “Ahora da pena pasear por el Segundo Ensanche, ya que hay muchísimos comercios cerrados. No sé quién tendrá la culpa de todo esto, pero desde luego los autónomos y las pequeñas y medianas empresas no. Y somos precisamente los que lo estamos pagando porque nos suben los impuestos, no vendemos… y no tenemos más que deudas. Nos han quitado todo el poder adquisitivo”, critica.

Cree que “a muchas personas la palabra gitano les causa pudor” y cita situaciones que asegura que ocurren actualmente, como el rechazo en un trabajo “sólo por ser gitanos”, o la prohibición de entrar a una discoteca. “Mucha gente paya se piensa que tiene más derechos que nosotros y no puede ser así. Todos tenemos los mismos”, reivindica. Para él, la integración y la igualdad “viene dada por la propia tierra”. “Casi todos los gitanos que actualmente vivimos en Navarra venimos de antepasados navarros. Nuestra cultura es la navarra, la integración ya la ha hecho nuestra tierra”, destaca.

Frente a los prejuicios y tópicos, de los que recomienda siempre “pasar”, apunta que los niños gitanos “van a la escuela desde los 3 años, aunque no es obligatorio”, y que “la imagen del gitano no es la de una persona sucia, con el pelo largo y mal vestido”. “A mí siempre me gusta ir elegante”, comenta. También es crítico con “su pueblo”, pero cree que “los payos” a veces no reconocen sus propios errores: “Dentro de nuestro pueblo somos conscientes de que hay personas malas y personas buenas, pero igual que ocurre con los payos”.

EVOLUCIÓN Y PROYECTOS

En opinión de José Luis, la cultura y las costumbres gitanas han cambiado para adaptarse a los nuevos tiempos y a lo que considera “avances de la sociedad”. “Machistas o racistas podemos ser todos, no solo los gitanos. Los cambios en la sociedad obligan a avanzar. Sí que es cierto que nuestra cultura se basa en la familia y en el respeto a los mayores, pero hoy en día, si la mujer gitana puede encontrar un trabajo va a trabajar, y si no lo encuentra se dedica a las labores de casa”, resume.

Las diferencias entre tiempos pasados y actuales también afectan al terreno laboral. “Siempre hemos sido un pueblo que nos ha gustado trabajar por cuenta propia, pero los jóvenes gitanos ahora quieren una estabilidad y un puesto fijo”, opina. Como ejemplo, él heredó el oficio de su padre, pero no sabe si su hijo hará lo mismo. Por otro lado, admite que “antes podía verse como un problema el matrimonio entre payos y gitanos”, pero considera que la integración en este terreno es ya completa y se aprecia como “lo más normal”.

En cuanto a la asociación La Majarí, de la que es vicepresidente, se creó en 1982 con el objetivo de defender las condiciones de vida de los gitanos de Navarra, promover el colectivo a todos los niveles y potenciar su cultura. En la actualidad, según expone José Luis, trabaja sobre todo con gitanos que viven en exclusión total y con los más jóvenes, por ser “el porvenir y el futuro”.

En este sentido, destaca el programa de ocio y prevención de drogas que llevan a cabo, en los que han creado un grupo musical o incluido cursos de pelota, “para que los jóvenes no estén en la calle sin hacer nada”. Además, intentan fomentar el aprendizaje y la educación con diferentes cursos de corte y confección, guitarra, alfabetización de adultos, obtención del carné de conducir, actividades deportivas, programas de reinserción laboral a través del comercio ambulante, apoyo escolar o diferentes proyectos de vivienda. Iniciativas tan valiosas y necesarias como costosas, y en las que José Luis y decenas de voluntarios como él están invirtiendo todo su tiempo libre.

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