“El calentamiento creará refugiados ambientales”
Gwynne Dyer, experto en geopolítica, autor de ‘Guerres climàtiques”
La Vanguardia, , 12-05-2014Gwynne Dyer, escritor e investigador en geopolítica, explora en su libro Guerres climàtiques los riesgos para la seguridad y los conflictos que pueden generarse en el planeta si la temperatura sube dos o tres grados.
Gwynne Dyer, experto en geopolítica y profesor universitario, ha escrito Guerres climàtiques (Librooks), en donde explora los riesgos de un mundo cada vez más inseguro por el aumento de temperaturas y sus impactos en el planeta (sequías, deshielos…). Sus vaticinios encajan con las alertas del último informe de la ONU sobre el calentamiento.
ANA JIMÉNEZ
Gwynne Dyer presentó su libro hace unos días en la facultad de Biología de la Universitat de Barcelona
¿El cambio climático puede desencadenar guerras? Dará lugar a menos cosechas. La falta de alimentos o la forma como la población responda a ese hecho será la principal causa de conflictos. También se pueden desencadenar conflictos por que dos países tengan frontera y compartan el mismo río e, incluso, que surjan Estados fallidos.
Pero hay informes que dicen que el agua es uno de los asuntos que más acuerdos suscitan… El acuerdo alcanzado entre India y Pakistán para el reparto de las aguas del río Indo sólo fija un volumen específico para India, pero no un porcentaje de caudal para cada país. Por eso, llegado un cierto momento, India podría estar cumpliendo el tratado aun cogiendo toda el agua que baja por el río, lo que significaría que Pakistán se queda sin nada.
¿Y en otros grandes ríos? Egipto ha dejado claro que si los países que están en la cuenca alta del Nilo construyeran embalses bombardearán esos embalses. Es algo que se sabe. Y Turquía cogió tanta agua del Éufrates hace dos años, que dejó sin caudal a Iraq y provocó una caída brutal de la producción agrícola en este país. Iraq tiene dinero del petróleo para comprar la comida que no produce, pero cuando en un futuro los alimentos sean mucho más caros eso será un problema.
¿Vislumbra más conflictos? El segundo motivo de conflictos son los refugiados. No causan guerras en sentido tradicional, pero las avalanchas humanas traerán violencia y cierres de fronteras. El resultado de estas guerras por compartir un río pero a gran escala generará situaciones como las que se están dando en Ceuta, en Melilla o en Malta. En la UE ahora nadie hace uso de la fuerza porque el número de refugiados es pequeño y podemos ser humanitarios. Pero si ese flujo de refugiados se multiplicara por 10, entonces estaríamos dispuestos a matar.
¿Cómo supo del interés del ejército de EE.UU. por el problema del cambio climático? Visité Washington a finales del 2007 y principios del 2008. Durante una semana, y gracias a los contactos que me proporcionó un amigo, me comentaron que el Pentágono estaba trabajando en este problema.
¿Con qué fin lo estudiaba? Para saber qué conflictos van a aparecer en el futuro y qué papel desempeñará el ejército a 20 o 30 años vista. Eso ocurría ocupando el poder Bush. No lo hacían de forma pública, sino por su cuenta. La cúpula del Estado Mayor estaba dispuesta a hablar conmigo del asunto si no citaba nombres.
¿Puede haber conflictos por la escasez previsible de hidrocarburos en el futuro? Este asunto ha sufrido un gran cambio los tres últimos años. La cantidad de gas y petróleo que se produce en EE.UU. mediante fracking hace que ya no haya ese peligro. El precio del petróleo bajará, y el del gas ya ha caído.
Tendrá EE.UU. energía más barata; pero contribuirá más al cambio climático… Sí. El petróleo obtenido con el fracking y la caída de consumo, conseguida gracias a la mayor eficiencia energética introducida por la Administración Obama en los vehículos, convertirá a EE.UU. en exportador de petróleo en sólo dos o tres años. Habrá menos guerras por el petróleo, y se perderá interés por el Oriente Medio. Obama hace lo que puede para mitigar el calentamiento; pero tiene en frente al Congreso.
En la UE, para combatir el cambio climático se apuesta por las fuentes renovables. Sí, de acuerdo. Pero en EE.UU. no hay subsidios a la energía eólica o solar, salvo en algunos estados concretos; pero no se puede introducir a nivel federal si no lo consiente el Congreso. La industria del petróleo es muy influyente. En mi país, esta es una cuestión ideológica. Ser republicano significa hoy en día estar en contra las medidas para controlar el calentamiento. Si la solución estuviera en manos europeas, yo sería mucho más optimista. Pero no podemos decidir qué hacen los indios, los chinos o los brasileños con su desarrollo.
Usted defiende, como solución, la geoingeniería. Pero es una solución cara, ¿no? No. Precisamente, su problema es que es muy barata. La solución la propuso hace siete años Paul J. Crutzen, el investigador y químico holandés que descubrió el agujero en la capa de ozono. Propuso introducir partículas de azufre en la estratosfera para crear una pantalla solar invisible que reflejaría los rayos solares, y así se reducirá el calentamiento.
¿Cómo? Se utilizarían aviones-tanque de las fuerzas armadas. Si doce aviones hicieran esta operación cinco veces al día durante un año, se introduciría suficiente gas como para enfriar la temperatura global un grado. Todo esto costaría 5.800 millones de euros, un coste barato para los gobiernos.
Visto el aumento de emisiones de gases, ¿cuánto subirá la temperatura? Sin recurrir a la geoingeniería, estoy seguro de que habrá un aumento de tres grados (respecto a las de la época preindustrial). No vamos a paralizar la industrialización de China o de la India los próximos diez años.
Y ¿cuál es el papel de Rusia? En Rusia, hace pocos años nadie estaba preocupado por el cambio climático. Pero algo cambió el verano del 2010, cuando se produjeron muchos incendios y olas de calor. Se perdió un tercio de las cosechas y el aire era irrespirable por los humos alrededor de Moscú. Los rusos se dieron cuenta de que no viven en un lugar tan seguro como pensaban. Ahora se lo toman en serio.
Aunar disciplinas muy diferentes
Doctor en Historia Militar, periodista y profesor universitario, Gwynne Dyer, nacido en 1943 en Saint John (Newfounland, Canadá), combina la tarea de columnista con la de autor de libros sobre geopolítica y activo conferenciante. En Guerres climàtiques aúna disciplinas muy diversas (paleoclimatología, o política internacional y de defensa) para completar un análisis que ayuda a entender por qué el cambio climático crea un planeta más inseguro.
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