europa está inmersa en las elecciones al Parlamento de la Unión, que se celebran el próximo 25 de mayo, entre el afán de los políticos por atraer la atención de los ciudadanos y la generalizada apatía de estos por una cita que suele registrar muy bajos índices de participación. Las primeras encuestas apuntan ya varias posiciones claras. Una alta abstención de nuevo, primera prueba del creciente distanciamiento entre los ciudadanos europeos de unas instituciones que, además de su alarmante burocratización, se han demostrado en buena medida ineficaces para contrarrestar los efectos de la crisis. La crisis ha puesto en evidencia ante la sociedad europea que la política y las propias instituciones europeas actuales sólo son instrumentos de transmisión de las decisiones adoptadas e impuestas por los grandes grupos de presión económicos neoliberales, el FMI o la OCDE. Una evidencia que arrastra, según las encuestas, también a los dos grandes bloques ideológicos – conservadores y socialdemócratas – , que hasta ahora han controlado el 80% de los escaños del Parlamento Europeo, una influencia que puede rebajarse al 60% al visualizarse como principales responsables de la burocracia y sumisión de la política democrática a los intereses económicos. Un retroceso que, según la encuesta del CIS hecha pública ayer en el Estado español, afecta igualmente a PP y PSOE, aunque con clara ventaja del partido de Rajoy. Una derrota del PSOE tras estos dos años y medio de Gobierno del PP, de recortes y austeridad, supondrá un varapalo y un claro mensaje del electorado socialista en favor de un relevo en la dirección y contra el compadreo que supone el viejo bipartidismo. De hecho, mientras en el resto de Europa crecen y avanzan partidos de extrema derecha, xenófobos y antieuropeos con discursos populistas y demagógicos, en el Estado español son las fuerzas democráticas de izquierda y nacionalistas las que mantienen y mejoran su intención de voto y resultados respecto a 2009. Y ello pese a que el Estado español mantiene una circunscripción electoral única para sus 54 escaños, en contraposición a Alemania, Bélgica, Finlandia, Irlanda, Italia, Gran Bretaña, Francia… Es la reivindicación de una Europa alternativa a la actual, con mayor influencia ciudadana, más firme en la defensa de su modelo de cohesión y solidaridad social del Estado de Bienestar y más abierta a la inclusión y participación en la toma de decisiones de los pueblos y naciones sin Estado en la construcción de la Europa del siglo XXI.