Extremadamente violentos

La Vanguardia, , 08-05-2014

Se da la circunstancia de que el grupo siempre elegía urbanizaciones aisladas de los núcleos urbanos, con poca población y rodeadas de bosques. Así, mientras simulaban la recolección de piñas o recogían chatarra también aprovechaban para estudiar los caminos forestales que llegaban a las casas de forma que tras cometer el asalto evitaban carreteras principales donde la policía previsiblemente podía establecer puntos de control.
Un coche policial patrullando por una urbanización ampurdanesa

Una vez recabada toda la información necesaria de los domicilios y sus propietarios, el grupo elegía el momento idóneo para actuar. Básicamente cometían los delitos en casa de personas vulnerables o edad avanzada. Normalmente entraban coincidiendo con la llegada a casa de alguna de las víctimas para evitar que saltara la alarma. Una vez dentro, los asaltantes amenazaban a la víctima con cuchillos que encontraban en el domicilio o incluso palos. Por regla general, según explicó ayer el jefe del área de Investigación Criminal de la región policial de Girona de los Mossos, el inspector Josep Monteys, intentaban evitar llevar armas encima para no ser pillados en posibles controles policiales. Así, se valían de los cuchillos y armas que encontraban en las casas para atemorizar a sus víctimas y empleaban ropa o cuerdas del domicilio para maniatar a los propietarios y exigirles el dinero de la caja fuerte. A tres de las víctimas las agredieron sexualmente y a siete más les propinaron una paliza.

Entre otros robos se les hace responsables del asalto que su-

frieron una madre y una hija a finales del año 2012 en su casa de las afueras de Campllong (Gironès), donde fueron rociadas con gasóleo de calefacción y amenazadas con prenderles fuego si no les facilitaban la combinación de la caja fuerte. El mismo modus operandi emplearon para asaltar otra vivienda en Matadepera (Vallès Occidental). También estarían detrás del asalto a un matrimonio extranjero de 70 años en su casa situada en una urbanización de Santa Cristina d’Aro (Baix Empordà), a los que ataron e intimidaron con un revólver. Especialmente duros fueron con la mujer, con quien jugaron a una especie de ruleta rusa con el fin de presionarla para que confesara dónde estaba la caja fuerte. El principal botín de sus asaltos, aparte del dinero, eran objetos electrónicos y joyas, que luego revendían en Marruecos, a través de terceras personas o de miembros de la organización. El dinero robado les servía para financiar su actividad ilícita y simular que trabajaban como autónomos mediante el pago de la cuota a la Seguridad Social.

El desmantelamiento de este grupo criminal se precipitó después de que los investigadores siguieran la pista al grupo y tuvieran conocimiento de la preparación de dos asaltos en urbanizaciones de Platja d’Aro. Los días 12 y 13 de abril, los Mossos abortaron el primero de los robos y la noche del pasado día 4, el segundo. En esta ocasión, sorprendieron a los asaltantes en el momento en que intentaban acceder al domicilio y detuvieron a dos de los tres ladrones. El tercero fue detenido días más tarde. A raíz de estas primeras detenciones, el pasado lunes la policía hizo cinco registros en domicilios de Sant Feliu de Guíxols donde encontró 30.000 euros en efectivo, divisas de varios países, televisores, joyas y móviles.

El conseller Espadaler se mostró satisfecho por haber dado cerco a una banda con una “alta capacidad delincuencial” pero aseguró que “no van a bajar la guardia”. Sigue pendiente de resolver el caso del empresario turístico Jordi Comas que murió asfixiado el 18 de noviembre del 2012 durante un atraco en su casa en Platja d’Aro. Un suceso que llevó días más tarde a la activación en fase 1 del plan Operativo Especial de la Vivienda para reforzar la seguridad en la zona y que continua vigente. Tampoco se ha resuelto el caso de la vecina de Cabanes que falleció el pasado mes de marzo a raíz de la brutal paliza que le propinaron sus asaltantes.

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