"El Megadivo" dominicano

El Mundo, , 02-05-2014

Desconocido en España, popular en República Dominicana. El apuñalamiento ocurrido anteayer de Leonardo Michael Flores Ozuna a la salida de un bar de Sant Adrià de Besòs acabó con la música de Monkey Black, el alias de rapero con el que este muchacho caribeño comenzó a darse a conocer en su país en 2006.

«Un joven de barrio que había echado adelante con la música. Con su picardía y su originalidad, conquistó muchos corazones». Así catalogaban pocas horas después de trascender la noticia del asesinato en una emisora dominicana a Flores Ozuna, el megadivo, otro de los apelativos que se atribuía al intérprete entre los seguidores de los ritmos urbanos.

Descarado, castizo y socarrón, Monkey Black era un representante genuino de una música bien arraigada en el Caribe, un combinado que mezcla altas dosis de guiños locales, bastante guasa, modales altaneros y proclamas de muchacho criado en los suburbios.

Su carta de presentación fue el tema Tienen miedo. «Yo hago rap con amor, con la intención de hacerme rico». «Sigo siendo el magnífico, dejando con la boca abierta a críticos». Así rezan un par de versos de la canción con la que el veinteañero fue abriéndose hueco.

Antes de emprender una carrera en solitario, formó parte del conjunto Proyecto Family. Precoz, participó en un disco con sólo 10 años, aunque luego emigró a Puerto Rico, donde desempeñó diversos oficios, según informaciones publicadas en periódicos latinoamericanos.

ncurrió en otros estilos de la música local, como el reggaeton, aunque Flores no dudaba en identificarse con la esencia del rap, «la de la calle». «Representa lo que uno vive, lo que uno quiere ser. Pero, principalmente, lo que uno es», definía en una entrevista concedida a medios dominicanos, cuando ya se había afincado en Barcelona.

Monkey Black llegó a Europa hace más de cuatro años. En este lado del Atlántico había firmado unos contratos para tomar parte en unas giras. Se casó en Barcelona y siguió trabajando, llenando los videoclips de escenarios de los alrededores de la capital catalana. En todo caso, no dio con el éxito en España. Cada cierto tiempo volvía a cruzar el mundo para presentar sus trabajos a sus compatriotas, donde conservaba la fama.

Algo pendenciero, Monkey Black alardeaba de «sensualidad» en el arranque de otro de los temas que más reprodujo en República Dominicana, El sol, la playa, un tro de vaina. El vídeo es un desfile de chicas despanpanantes que se contonean entre coches de gran cilindrada, lujo y fiesta al borde del mar.

Algunas personas del panorama musical dominicano le recomendaron que volviera al país, que su flow no era comprendido y alabado en el Viejo Continente. Familiares y periodistas aseguraron que, hasta fechas recientes, Flores respondía que seguía rumiando hacer las maletas y regresar al fin.

Sin embargo, siguió residiendo con su pareja en el extrarradio de Barcelona. En la periferia de la urbe, donde se confundía entre los chicos de barrio, cantaron en su memoria en la medianoche de anteayer, cerca de la esquina donde se derrumbó sin vida, en un altar improvisado de flores y cirios. «Atrás el que se canse, nadie me detiene y más cuando se trata de subir escalones, siempre para arriba, con el infinito», rapeaba este cantante que encontró la muerte en la calle, donde cosechaba sus rimas.

Leonardo Michael Flores Ozuna, rapero, nació en República Dominicana el 26 de julio de 1986 y murió en Barcelona el 30 de abril de 2014.

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