Cambia el perfil de las personas sin empleo que se encuentran en riesgo de exclusión social. Por primera vez, los españoles superan a los extranjeros entre las personas que están acudiendo a Cáritas en busca de ayuda para encontrar trabajo. Así, en el 2013 los parados autóctonos representaron el 53%, frente al 25% de cuatro años atrás.

VICENÇ LLURBA / ARCHIVO Punto de recogida de alimentos de Cáritas en El Vendrell

De las más de 77.000 personas atendidas el año pasado por la organización católica en sus planes de inserción en el empleo, 12.000 consiguieron un trabajo. Es decir, un 15,6%. Tal y como explicó el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, “mayoritariamente” fueron empleos temporales, “en condiciones próximas a la precariedad”, en consonancia con las características actuales del mercado laboral en España.

Según Cáritas, entre aquellos que han participado en sus programas de empleo y formación hay tanto personas que antes de la crisis económica ya tenían graves problemas de empleabilidad como otras que, hasta la recesión, disfrutaban de una “vida laboral estable”.

En cuanto al perfil de los beneficiarios de los planes para entrar en el mercado laboral impulsados por la oenegé, destacan las mujeres –aunque cada vez su porcentaje es más reducido–. Además, prácticamente la mitad (un 47%) tiene un nivel formativo bajo, ya que en el mejor de los casos han logrado acabar los estudios primarios. El 70% no supera los estudios secundarios obligatorios.

En el informe presentado ayer por Cáritas aprovechan también para apostar por actuaciones que combatan las deficiencias del modelo productivo actual: por un lado, un crecimiento económico que persiga mejorar la calidad de vida de las personas y tenga en cuenta la sostenibilidad del medio ambiente; por otro, redistribuir el trabajo para garantizar la calidad del empleo y “una protección social adecuada, y finalmente “impulsar un modelo de emprendimiento colectivo y solidario”.