El plátano pasaba por ahí
La Vanguardia, , 30-04-2014Dani Alves se equivocó cuando tras el partido del sábado dijo que “hay que reírse de esos retrasados” capaces de lanzar un plátano al campo. Se equivocó al no concretar a qué tipo de retrasados se refería, ya que pudo entenderse que hablaba de las personas con discapacidades psíquicas. Y el caso es que dentro de este colectivo hay mujeres y hombres muy capaces de entender que nadie merece ser ofendido. El jugador se refería, sin duda, a auténticos retrasados culturales, a tipos que son fruto de un fracaso escolar, familiar y social al que no es ajeno un cierto ejercicio mediático de revisión de los valores igualitarios que marcaron la primera legislatura del denostado Zapatero. Hay que estar muy enfermo para comprarse un plátano, meterlo en la chaqueta y lanzarlo al campo en pleno subidón racial.
Pero Alves sólo se equivocó en esa apreciación. Con la naturalidad de su gesto, ha conseguido una movilización sin precedentes contra el racismo. Y lo ha hecho con la destreza del artista que logra elevar un objeto irrelevante a la categoría de icono. Lo consiguió Warhol con el plátano que ilustró el disco The Velvet Underground & Nico, y lo logró Anish Kapoor al transformar la detestable canción Gangman Style de Psy en un himno revolucionario en su vídeo en apoyo al represaliado Ai Wei Wei. ¿Es Alves el último adalid del food art?
A la fiesta se han sumado jugadores, políticos, particulares y el sector platanero de Canarias. Algunos, aprovechando que el plátano pasaba por ahí, han intentado blanquear su pasado. Es el caso del delantero del Liverpool Luis Suárez, sancionado durante ocho partidos en el 2011 por menosprecio racista hacia el jugador del United Patrice Evra. Él también se solidarizó el lunes con Alves.
No sólo Suárez, sino el mundo del fútbol en general ha visto la oportunidad de mostrar su mejor cara. El Villarreal ha actuado con loable contundencia al suspender de por vida al socio agresor, y las autoridades deportivas españolas han hecho declaraciones de inapelable condena del racismo.
Lo único que impide sumarse con entusiasmo a esta marea amarilla es cierta sensación de déjà vu. El problema es que recordamos lo que ya se dijo y publicó cuando Eto’o estuvo a punto de abandonar la Romareda tras ser insultado en el 2006. El día en que clubs como el Barça o el Madrid actúen duramente de motu proprio contra los aficionados que imitan a los monos en algunos partidos, sin acta arbitral de por medio, se habrá avanzado algo. O cuando sean los propios espectadores locales quienes saquen del campo en volandas a sus vecinos más simiescos.
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