'Res-balón' contra el racismo

Las Provincias, BORJA OLAIZOLA, 29-04-2014

En las gradas de los estadios no solo no hay sitio para la buena cocina sino que a veces dar con un menú del día que no ofenda los sentidos es poco menos que un milagro. Los platos que se elaboran al calor de los humores que destilan las tribunas son el resultado de una cocción en la que participan ingredientes como el rencor, la envidia, el resentimiento o la animadversión hacia el contrario. A la podredumbre de tales materias primas hay que añadir una total ausencia de imaginación, de suerte que el resultado final, además de decepcionante, ofende a cualquier paladar.

Uno de los platos menos recomendables que alumbran las hinchadas que se dejan llevar por los bajos instintos es la descalificación de los futbolistas negros por la vía de equipararles a los monos. Unas veces les insultan abiertamente a gritos, otras se ponen a imitar a coro los sonidos de un mico y hay también una tercera alternativa que consiste en lanzar plátanos al terreno de juego. Esta última es la que escogió uno de los espectadores del partido disputado el domingo entre el Villarreal y el Barcelona. Corría el minuto 76 cuando el brasileño Dani Alves se acercó a uno de los ángulos del estadio del Madrigal para lanzar un saque de esquina. Al ir a coger impulso, el lateral vio caer un plátano al césped y, lejos de perder los estribos y encararse con el que lo había lanzado, se agachó, lo peló y se metió un buen trozo en la boca. Lo hizo sin inmutarse y sin perder tiempo, de forma que el incidente pasó desapercibido para muchos espectadores.

Al término del partido, que estuvo envuelto en un ambiente de gran emotividad por el reciente fallecimiento de Tito Villanova, Alves restó importancia a su gesto de rebeldía: «Llevo once años con la misma cosa en España, sufriendo esto. Hay que asumirlo así; hay que reírse y tomarse en broma lo que hacen estos retrasados. Si no le das importancia, ellos no logran su objetivo». El incidente, sin embargo, cobró vida propia en la red y se convirtió en una de las noticias más vistas y comentadas. El vídeo que recoge las imágenes del jugador del Barça zampándose el plátano sin inmutarse antes de lanzar el córner recorrió hasta el último rincón del planeta y cosechó multitud de reacciones de apoyo.

Roberto Carlos, Agüero…

El Villarreal no tardó en disculparse con un mensaje en el que dejaba claro su rechazo a la acción de un hincha aislado. El club anunció además que el socio que arrojó la fruta al césped había sido identificado gracias a los testimonios de algunos espectadores que estaban junto a él cuando ocurrió el incidente. Al alborotador, que podría recibir una severa multa, le será retirado el carné y se le prohibirá de por vida el acceso al estadio.

La efervescencia de la red alumbró un sinfín de fotos en las que famosos de todo signo desde el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, a compañeros de Alves como Roberto Carlos, Agüero, Hulk o Neymar posan comiéndose una banana. Ironías del destino, el plátano que con tan aviesa intención había sido lanzado al terreno de juego terminó convertido en símbolo de una suerte de manifestación electrónica espontánea antirracista.

El episodio protagonizado por Alves coincide con otro escándalo del mismo signo que ha convulsionado la NBA. El dueño de Los Ángeles Clippers, Donald Sterling, pidió a su amante que no llevase a negros a los partidos de su equipo después de que ésta subiese a la red unas fotos en las que aparecía con Magic Johnson. En una conversación privada sacada a la luz por la propia chica, Sterling, un magnate de los negocios que acaba de cumplir 80 años, le dice lo siguiente: «Puedes acostarte con negros, puedes estar con ellos, puedes hacer lo que quieras… la pequeña cosa que te pido es que no los promociones y que no los traigas a mis partidos». A los jugadores de los Clippers, que como la mayoría de los de la NBA son casi todos afroamericanos, las palabras de su jefe les han sabido a cuerno quemado y en señal de protesta se despojaron de sus camisetas en la cancha para dar a entender que no se avergüenzan del color de su piel. El escándalo ha llegado al punto de que hasta Obama ha tildado las declaraciones de «increíblemente racistas y ofensivas».

El deporte, como se ve, es terreno abonado al racismo. No hace falta ir muy lejos para recordar episodios vergonzosos. Cuando el piloto Lewis Hamilton era el compañero de equipo de Fernando Alonso, recibió una lluvia de insultos racistas en el circuito de Montmeló. Volviendo al fútbol, el ya fallecido Luis Aragonés provocó una tormenta de gran magnitud cuando en 2004 se le escuchó animar de esta peculiar manera a José Antonio Reyes: «Dígale a ese negro de mierda (en referencia a Thierry Henry) que usted es mejor que él». Tampoco el golf se libra y aún se recuerda el poco elegante episodio que protagonizó Sergio García cuando dijo que iba a invitar a Tiger Woods a comer pollo frito, un alimento que en EE UU se asocia a los esclavos de las plantaciones de algodón.

Lo de Alves, sin embargo, tiene también su lectura positiva. «La reacción del jugador es un ejemplo de deportividad», reflexiona Brígida Ridruejo, portavoz de SOS Racismo, que se felicita del apoyo que ha cosechado en las redes sociales. «La complicidad de sus compañeros, que son referentes para miles de aficionados, es una muy buena señal».

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