«El chico me dijo que me portara bien o me cortaría la lengua»

Un niño relata al tribunal su secuestro a manos de una banda que extorsionaba a su padre, un narco preso «Llevaban pistolas. Me metieron en el maletero del coche, me ataron y me pincharon con una jeringuilla»

El Periodico, J. G. ALBALAT BARCELONA , 29-04-2014

No es MedellÍn, es Barcelona. «El chico me dijo que me portara bien o que, si no, me cortaría la lengua». Son palabras de Kevin, el hijo de un colombiano encarcelado por narcotraficante, que fue secuestrado el 25 de septiembre del 2012 en Viladecans por un grupo de delincuentes que supuestamente pretendían cobrar una deuda de droga. El niño, que ahora tiene 13 años, declaró ayer en el juicio que se celebra contra siete de sus supuestos captores en la Audiencia de Barcelona y para los que la fiscalía reclama hasta 17 años de cárcel. El muchacho no compareció personalmente en la vista, sino que habló por videoconferencia. Los acusados pudieron verle en las dos pantallas de televisión de la sala . Kevin rememoró con detalle su secuestro. En el turno de la defensa, ya cansado, no pudo reprimir más la tensión y rompió a llorar. No ha olvidado nada de los dos días que permaneció encerrado.
Kevin apareció en las pantallas de televisión con una camiseta negra de manga corta. Sentado delante de una mesa y en compañía de un adulto. La presidenta del tribunal intentó ser cercana con el muchacho: «Ahora estamos en el juicio. Te harán unas preguntas a través de la pantalla. Primero te preguntará una señora, la fiscala», le dijo. La acusación pública usó el mismo tono amable: «Hola, Kevin, ¿qué tal?». Tímidamente y mirando hacia abajo, el niño contestó con un escueto «hola».

EL RELATO / A partir de ahí, el niño empezó a relatar con crudeza cómo el día que le secuestraron acompañó a su madre porque un amigo de su padre se había ofrecido a arreglarles «unos papeles de extranjería». «Mi madre había quedado en una gasolinera con una señora», explicó. Era la estación de servicio Galp de la Zona Franca. La mujer con quien habían quedado, según la fiscalía, era la acusada Marta Cañas, la pareja de Fernando Barrionuevo, un recluso que compartía prisión con Fabián Gilberto, el padre del menor, preso por narcotráfico. Barrinuevo está acusado como cerebro del rapto. Marta Cañas, «la señora», según Kevin, les llevó en un Volvo a un «sitio con árboles» (un descampado a las afueras de Barcelona, en dirección a Viladecans). «Cuando llegamos, un coche se puso detrás y se bajaron unas personas con la cara tapada. Solo uno no la tenía», indicó. La fiscala conducía el relato de la víctima: «Abrieron la puerta del coche. Llevaban pistolas. Me cogieron y me metieron en el maletero. A mi madre le estaban apuntado con una pistola. Me ataron los pies y las manos y también me pincharon con una jeringuilla», aseguró Kevin. La acusación mantiene que le sedaron. Y el Volvo de Marta Cañas arrancó. SEDANTES CON ZUMO / «Me sacaron del maletero en un garaje. Estaba la chica [Marta Cañas] y un chico [lo identificó en su día ante los Mossos]. Me llevaron en brazos hasta una habitación. Había una ventana, pero estaba cerrada, con la persiana bajada. Tenía los pies y las manos atadas y me tumbaron en la cama», dijo Kevin. La fiscala preguntó: «¿Qué hacías durante el día?». El menor, atemorizado, recordó: «Dormir. Me daban unas patillas para que me tranquilizara, pero las escondía detrás de la cama». La acusación estima que también le dieron fármacos con el zumo. «Me dejaban solo. No veía la televisión. Casi siempre estaba adormilado», aseguró, siempre con los ojos hacia abajo, fijos en la mesa. El 27 de septiembre del 2012, tras dos días de cautiverio, los Mossos le rescataron y detuvieron a la acusada. Ana María, la madre de Kevin. recordó en el juicio cómo su marido, Fabián, le comentó que un amigo de la prisión, Fernando Barrinuevo, se había ofrecido para ayudarles a arreglar sus papeles de extranjería, pues un familiar suyo trabajaba en la Policía Nacional. La mujer, que estuvo escoltada por una mossa, declaró que le llamó Barrionuevo y, al final, quedaron un día con Marta Cañas, a la que conoció como Sandra, para entregarle unos documentos. «Me dijo que solo podía ir con el niño». La cita se fijó para el 25 de septiembre en una gasolinera de la Zona Franca. La testigo relató cómo fueron por la autovía hacia Viladecans, cómo secuestraron a su hijo y cómo a ella la apuntaron con una pistola en el cuello. Y cómo Marta le espetó: «Tu marido debe un dinero a una gente de Colombia, tú ya sabes lo que tienes que hacer, son cinco millones de euros, y tienes plazo hasta el 29. Si no pagas tu hijo morirá. No llames a nadie, no avises a nadie». La madre avisó a los Mossos y estos cogieron a los secuestradores.

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